Epílogo

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Cuatro años después

Jake


—¿Estás segura de esto?

—Sí, Jake. Ya métela de una vez.

—Es que no quiero que te arrepientas en última instancia.

—No me arrepentí en un principio y no lo haré ahora.

Me da una sonrisa que ilumina su rostro. Asiento y vuelvo hacia la puerta. Meto la llave en la cerradura y giro el picaporte.

—Madame —con un ademán le doy el paso. Paris emocionada me da un beso casto y se apresura en adentrarse al departamento.

Luego de un largo viaje estando separados, ella aquí en Nueva York persiguiendo sus sueños y yo allá en Boston estudiando, al fin teníamos nuestro tiempo y espacio.

El camino de Paris no fue tan fácil cuando llegó a Nueva York. Apenas pudo cambiarles de opinión a los de la revista. Le habían dado un puesto, pero el de servir café. Luego, con ayuda, coraje y mucha paciencia y determinación, pudo al fin conseguir su empleo soñado: modista. Ahora, con su salario, mi salario y con nuestros ahorros podremos vivir juntos. Y eso me encantaba. Mi vida me encantaba. Debo decir que jamás pensé en que finalmente estaría con Paris Boldman, la chica de la cual me enamoré como un idiota desde que era un niño. Luego de irme a California nunca pensé que la volvería ver. Pero entonces pasó todo ese asunto de la expulsión, y cuando la vi aquel día en la escuela... Supe que lo tenía que arreglar. Arreglar lo imbécil que fui cuando éramos niños (en serio, no sé qué tenemos los niños a la hora de que nos guste una chica). Y cuando por fin llegó el primer beso... Huimos. Yo me fui a California, para arreglar las demás cosas de mi lista. Literalmente tenía una lista en las notas de mi celular. Y bueno, aquí estamos ahora. Felices.

No podría querer más.

Paris alza la cabeza para poder verme. Algo que siempre me causa algo de ternura. Inclino mi cabeza para fundirnos en un beso que ambos nos pedíamos a gritos en nuestras cabezas. Ella sonríe contra mis labios y comienza a hundir sus dedos en mi cabello. Suelto un suspiro contenido. Amaba como sus dedos se deslizaban y dejaban un suave tacto.

Una tos nos hace parar.

—¿Ya tuvieron suficiente intimidad para disfrutar el nuevo departamento?

Rodo los ojos, pero aun así le sonrío de vuelta.

—Sí, Ally, puedes entrar.

—Qué bien, porque el chico y yo estamos cargados con cajas.

Ésta avanza y deja la caja en el suelo a un lado de nosotros. Oliver, quien decidió venir a echarnos una mano, entra después de ella. Lisa y Archer no habían podido. Y sé que Paris estaba triste por eso, aunque no lo demuestre ahora. Hace unos años Archer estaba viviendo con ella en el departamento de Ria. Después de nuestra graduación, Archer decidió tomar un año sabático. No la pasó muy bien. Tuvo sus bajas y sus malas rachas. Pero esa es otra historia que contar.

Frunzo el ceño, pensando en Lisa y en Archer. Siempre, desde que los conozco, he pensado que estos dos se gustan. Pero Archer nunca me lo había contado en la escuela. Y Paris no se daba cuenta de las chispas como fuego recién fundido que salían entre ambos. Y ahora...

No tengo más tiempo de pensar en ellos porque Paris me tira y atrapa mis labios en el momento. Con ella nada de lo que nos rodea importa.

Nos separamos y bajamos las escaleras mientras oímos los murmurios de Ally y Oliver. Paris me detiene al pie de la primera planta y me abraza por la cintura apoyando su cabeza en mi pecho.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora