8. Barbie

1.2K 51 5
                                    

—¿Cómo te va, Francia?

Me incorporo de golpe cuando arroja su libro en la mesa, donde hace unos segundos estaba apoyada. Le lanzo una mirada molesta.

—Estaba bien hasta que llegaste —anuncio—. Y con que llegaste me refiero a que llegaste —enfatizo solo para que quede claro.

Porque era verdad. Estaba bien hasta que llegó a nuestras vidas por segunda vez hace un mes.

Sentía que había pasado una eternidad desde entonces.

—Oh, basta —sonríe—. Me halagas.

Resoplo. Vuelvo a resoplar cuando el maestro entra al aula de Química.

Jake me tiende los lentes de protección para que comenzáramos a trabajar. Cuando me los pongo este me mira divertido.

—¿Qué?

—Nada —se encoge de hombros—. Miras al maestro como si estuviera hablando en otro idioma.

—Es que así lo entiendo —vuelvo mi vista hacia el frente—. Como sabrás, soy un asco —señalizo—. No soy como tú.

De reojo, puedo ver que me mira desprevenido.

—¿Cómo yo?

—Ya sabes, perfecto para todo —me encojo de hombros.

—No soy perfecto, Paris —se remueve en su asiento hasta quedar de frente—. Nadie es perfecto en esta vida. La perfección no existe.

Y eso también era en parte verdad. La perfección no existe. Pero...

—Eso sonó bastante cliché.

—Es cliché porque es verdad.

—Ya —digo—. A lo que iba... —continúo. El dramatismo es de familia—. Puedes hacer de todo sin dificultades —le menciono y comienzo a contar con los dedos—. Eres un buen hijo, tienes buenas notas, eres bueno en los deportes, un excelente fotógrafo, hasta cantas. Eres como una Barbie.

Me doy cuenta de que, al principio, Jake se tensa a mi lado, pero luego se recompone cuando menciono a Barbie.

—¿Me acabas de llamar Barbie? —Se ríe tratando de hacerlo en voz baja. Casi como una risa en silencio—. Que yo sepa, soy hombre y te puedo confirmar que soy heterosexual. Aquí no hay nada de Barbie, te lo aseguro.

—No me refería a eso —apoyo mi mentón en mi puño—. Lo digo porque haces de todo, como la Barbie.

—Cada vez me sorprendes más Boldman. —No lo estaba mirando, pero podía sentir su sonrisa desde esta distancia—. Además, no soy así como tú crees. Tengo mis problemas. No todo es tan sencillo como parece.

Después de literal unos segundos tocan el timbre indicando el final de la clase.

Me saco los lentes y guardo mis cosas en la mochila. Al bajar del taburete oigo al maestro llamarme desde su escritorio. No me estaba mirando, sus ojos leían la hoja que tenía encima entre sus cosas.

Me detengo con la mochila colgando de mi mano. Esto tiene muy mala espina. Giro mi cabeza para ambos lados para ver si se ve otro estudiante más. Todos ya habían salido.

Nerviosa, muerdo mi labio y me acerco.

—Señorita Boldman, por lo que veo en sus calificaciones, me temo que está a punto de reprobar la clase. Este es su último año y no creo que quiera repetir el curso, ¿no? —Sus ojos miran lo que creo que son mis calificaciones. Alza la vista y enarca una ceja en mi dirección. No me deja responder, porque continúa con la charla—. Como debería saber, se acerca un examen importante. Es en dos semanas para ser exacto. Le recomiendo que desde ahora estudie bien o que se busque un tutor que le pueda ayudar. El director está al tanto de esto y está de acuerdo conmigo. Su archivo está impecable y no tendría problemas si no fueran por algunas notas.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora