16. Él no me gusta

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De repente, el mundo se detiene y solo se enfoca en Jake y Sean. Uno frente al otro. Con los ojos entrecerrados como dos vaqueros en una película del viejo oeste. El viento soplaba y sus ojos cada vez se entornaban más.

No me sorprendería si pasa rodando un estepicursor (esa planta que roda en el desierto) ni tampoco si sonaba alguna música clásica de fondo.

Detrás de mí, me percato de cómo Archer, Oliver y Lisa levantan sus cabezas desde el sofá para intentar mirar lo mismo que yo.

Cierro la boca cuando noto que lleva demasiado tiempo abierta.

Sean iba vestido con una chaqueta de cortaviento negra, jeans desgastados y unas zapatillas deportivas blancas. Su cabello oscuro le caía al frente y su sonrisa... Su sonrisa me decía que estaba un poco incómodo ante nosotros. Pero, sobre todo, incómodo ante Jake. Este último no dejaba de ponerle mala cara.

—Rick y mamá están en casa —Sean dice.

—¿Qué no tienes más amigos? —Mi vecino le pregunta descaradamente.

—¡Jake! —le reprendo.

—Pero si es cierto —roda los ojos señalando a Sean.

Si Sean quiere golpear a Jake, no lo demuestra cuando dice:

—Rick dijo que me pasara por acá.

—¿Te despacharon?

Eso solo significa una cosa...

Me estremezco.

Que alguien me borre ahora mismo esa imagen de la cabeza.

—¿Y tú le haces caso? —Jake le pregunta receloso.

—El señor Boldman da miedo —me mira—. Sin ofender, Paris.

Abro la boca, pero la vuelvo a cerrar de golpe. Asiento, porque es verdad.

—Bueno, entra.

Me hago para atrás. Jake, sin embargo, ni se inmuta. Se queda de brazos cruzados, mirándolo seriamente. Lo tomo de la camiseta y lo obligo a entrar. Él lo hace, pero no porque yo tenga la suficiente fuerza, sino porque dijo que le iba a agrandar la camiseta si la seguía tirando así.

—Oh, ¿están viendo WWE? —Sean pregunta mirando la televisión justo cuando uno de los luchadores empuja al otro haciendo que este se golpeara con uno de los postes del ring.

Esto es tan raro y surrealista, pienso, mientras veo a mis amigos haciéndoles un espacio a Sean.

Mi conciencia me diría que me vaya acostumbrado a esto. A Sean paseando por la casa, quiero decir. Aunque pensándolo bien, en unos meses él estará a kilómetros y kilómetros de distancia.

—Eres tan obvia.

Jake, a diferencia de los otros que están en el sofá grande, se encuentra a mi lado. Estaba irritado y apoyado en el reposabrazos del sofá individual, gruñendo algo en voz baja en dirección a los demás.

Quito mis ojos de Sean y la subo hasta él.

—¿Huh?

Él pone los ojos en blanco.

—De que te gusta —refunfuña—. ¿Qué le ves?

—No me gusta —digo entre dientes. Giro hacia ellos para ver si alguno miraba en nuestra dirección. Nadie.

Enarca una ceja sin creerme.

—Y si fuera así —continúo—, sería por su gentileza, por su sentido del humor, y claro, porque es muy lindo. Y no es un idiota —termino con una sonrisa.

Tú, siempre (SIEMPRE #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora