Semanas.
He perdido la cuenta de las semanas que hace que Virgo ha recuperado su soledad.
Huíste herido. Y no volviste.
Hasta hoy.
Entro vistiendo la armadura que las estrellas designaron para mí, y el rechinar del oro contra el mármol de las baldosas resulta extraño incluso a mis propios oídos.
Ando hasta internarme en mis aposentos más privados.
Y entonces te siento.
Estás en tu rincón. Y me observas con una mezcla de rabia y rebeldía reflejada en tu pesada respiración.
Una vez más, vuelves a disgustarme. Tu respirar sigue encadenado a tu maldición.
Te ignoro.
Aunque quizás no lo comprendas, me duele tomar esta decisión.
Pero tú no imitas mi pretensión.
Te alzas de las bajezas de las sombras y me sigues con una insospechada determinación. En silencio. En tu acostumbrado silencio.
Detengo mis pasos, y el sutil eco de los tuyos deja de resonar al mismo tiempo.
No sé qué pretendes. No hablas. Pero tu respiración se agita cada vez más. Y un intenso temblor se apodera de ti. Un temblor fruto de la interna lucha entre tu miedo y tu valor.
Percibo que alzas tus brazos. Noto que fuerzas tus manos a viajar hasta tu rostro. Buscas algo... Algo oculto entre tus cabellos. Y lo encuentras.
Sigo de espaldas a ti, y tú luchas contra tu propio temblor. Ése que ha tomado la voluntad de tus dedos y que dificulta tu decisión.
Lo estás haciendo y, extrañamente complacido, sonrío sólo para mí.
No te resulta fácil. Lo sé. No lo es. Pero es necesario. Y tú puedes hacerlo.
Tus rodillas ceden ante el temor a tu inminente rebelión. Unos imperceptibles gemidos de frustración se ahogan contra el cuero de tu humillación.
Me vuelvo hacia ti y me permito acercarme.
- Deja que te ayude...
- ¡No!
Me gruñes. Y me gusta percibirte así.
Descarado. Rebelde.
Estás tan dominado por tus propios anhelos que resultas impreciso y torpe. Adelanto una paso más hacia ti e intento alcanzar tu rostro... ayudarte. Tú retrocedes lo suficiente para alejarte de mi alcance. Intuyo que clavas tu mirada presumiblemente furiosa hacia mí. Sé que lo haces. Y vuelves a advertirme con dureza.
- Puedo hacerlo solo.
Tienes razón... Debes hacerlo solo.
Tus dedos regresan a su particular batalla y, al fin, la vencen.
El sonido del metal y el cuero cayendo al suelo así lo confirman.
Y el regalo de tu verdadera voz me atraviesa.
- Ahora te toca a ti.
Una voz grave, casi adulta. Una voz real.
Tanto como tú.
Y con ella al fin libre me devuelves mi atrevimiento. Me presentas un pulso.
- Abre los ojos.
Sabes que eso no cambia nada en mí.
Pero de alguna manera tú también me vences.
Con tu pulso, me haces sonreír.
ESTÁS LEYENDO
Momentos
FanfictionViñetas tributo a Defteros y Asmita. Una palabra, un momento...una escena, y la vida contenida en ella. Publicado originalmente en FanFiction.net, en Mayo de 2016.