Momentos

15. Promesa

Hoy Aspros es Aspros.

Hoy está amable. Incluso cercano.

Hoy es mi hermano.

- Defteros, pronto acabará todo. Conseguiré ser digno de merecer el puesto de Patriarca, y entonces todo acabará. Serás libre.

Lo dice convencido. Con la seguridad que desde que éramos niños me ha transmitido confianza y me ha generado fe ciega hacia su promesa.

Yo asiento sin muchos ánimos y sonrío sólo para mí. El cuero oculta la tristeza de mi sonrisa y, en parte, lo agradezco.

Hace años que me hizo esta promesa.

Hace los mismo años que yo la he creído, y que pacientemente he aguardado verla cumplida. Pero el tiempo ha ido erosionando su solidez. Borrando su firmes contornos, sembrándola de dudas.

Hoy me siento sin fuerzas para creerla, y Aspros lo percibe. Se acerca hacia mí, y yo me repliego sobre mí mismo dudando de sus intenciones. Porque pese a que hoy Aspros está aquí, ignoro cuando se irá.

Pero él se acerca, y lleva sus manos hacia mi rostro. Yo le miro sin poder ocultar cierto estupor ante su repentino gesto, y él, con determinación y pesar en su mirada, consigue asir las hebillas de mi humillació, y las desamarra.

La prueba de mi inexistencia cae sobre la mesa y sus manos toman mi rostro, obligándome con añorada dulzura a alzarlo hacia él.

- Defteros, confía en mí...

Suspiro visiblemente al tiempo que le devuelvo la mirada y descubro en la suya el fulgor de su antigua promesa.

Hoy Aspros es Aspros, y en sus ojos brilla su auténtica alma.

Y yo...yo vuelvo a alimentar una esperanza mortecina y agonizante. Vuelvo a creerme sus palabras. Vuelvo a confiar en él.

- Vayamos a Rodorio.

Intenta sonreír al efectuar esta proposición, y me agarra de la mano tirando de ese lazo que siempre me ha unido a él.

- Aspros...no es prudente...

Me niego ante el riesgo que supone su intención. Es de día, no hay sombras que me protejan. Ni que le protejan a él.

Alza una mano indicándome callar, privándome de la opción de declinar su peligrosa oferta. Y vuelve a sonreír. Sin orgullo. Sin soberbia ni altivez.

Sólo con complicidad.

Una complicidad que me desarma, y que me insta a confiar en él. Una vez más.

- No pasará nada. Te lo prometo, hermano. Cuidaré de ti.

Hoy Aspros es Aspros.

Hoy Aspros es el hermano con el que crecí.

- Vamos.

Me rindo. Me alzo y le sigo.

Porque ya no sé cuando se irá de nuevo.

Ni tan sólo si volverá a venir.