14. Hurto

157 27 20
                                    

- ¡¿Qué has hecho qué?! ¡¿Has robado libros a Dégel?!

No puedes reprimir una exclamación de sorpresa y oculta diversión cuando dejo sobre el suelo un montón de libros.

- No los he robado, sólo los he agarrado prestados. Los voy a devolver cuando te los haya leído.

- Esto no está bien, Defteros... Dégel puede darse cuenta...

- Con la cantidad de libros que hay en su biblioteca, lo dudo. Son sólo unos pocos...

Me despojo de la máscara con una naturalidad que me asusta incluso a mí mismo. Pero este gesto ya se ha vuelto natural cuando entro en tu templo. Y ya hace de eso unos cuatro años...

Unos cuatro años en los cuales has cambiado. Y mucho.

Tu cuerpo ha alcanzado una altura nada despreciable, y los músculos que nadie creía que tuvieras el día que llegaste al fin se han desarrollado. Cuando Virgo te viste luces imponente. Ya no parece una cáscara de oro cubriendo un cuerpo endeble. Aunque sus finas líneas y la fragilidad que sigue conservando tu aspecto hacen que se perciba delicada. Tu cabello también ha cambiado. Y tu voz, ahora ya más adulta que infantil. Lo que seguro que no ha cambiado pero aún ignoro es el color de tu velada mirada, que sigue siendo una imaginación verde...o azul... Clara al fin. Pero ya he desistido en mi empeño de descubrirla, como en el de entenderte.

Sólo sé que te acepto así, misterioso. Y me gusta.

Me he acostumbrado a ti. Te he convertido en mi secreto. Un secreto con el que ahora comparto otro secreto, más pequeño e insignificante: mi hurto perpetrado en la biblioteca de Acuario.

- ¿Qué quieres que te lea? ¿Poesía? ¿Aventuras navales? ¿Filosofía?

Me he sentado frente a tu figura en posición de loto y emulo tus gestos, cruzando mis piernas al tiempo que elijo uno de los libros con excitación. Por el título y las exóticas cenefas que hay en la tapa de piel deduzco que es un libro de tus tierras, aunque aún no lo he abierto y dudo si lo sabré leer...

- No sé Defteros...el que más te atraiga. Al fin eres tú el que lo va a leer para mí.

Sonríes, e inconscientemente dibujas ese hoyuelo en tu mejilla. Eso tampoco ha cambiado en ti, aunque sí el hecho de sonreír. Ahora lo haces más a menudo.

- He encontrado uno que parece ser que es de tu tierra...

Una chispa de nostalgia e interés se difumina en tus facciones y tu curiosidad no se hace esperar.

- ¿Cómo se titula?

Aparto los demás y me fijo en las trabajadas letras inscritas en el lomo, esas mismas que me han llamado la atención por las florituras en su diseño y en la sonoridad de las letras occidentales al enlazarlas entre ellas. Unas letras que delinean unos símbolos para mí desconocidos, y que parecen ser el título principal.

- Aquí pone... Ka...ma...sutra... Eso es: Kamasutra.

Sigo sin abrirlo y te miro con ganas de ver tu reacción al escuchar el enigmático título.

La colección de cambios que sufre tu rostro en milésimas de segundo es, simplemente, alarmante. Pasas de quedar pálido de repente para luego teñir tus mejillas de un intenso color rosáceo que nunca antes te había visto. Tus cejas se contraen con preocupación y la voz que emerge de ti no emite más que balbuceos que me señalan que en la elección que he hecho algo falla.

- Defteros...este libro...

- ¿Qué pasa? ¿Es ofensivo? ¿Va contra tus creencias...?

Tu expresión me incomoda y tu falta de seguridad al hablar me asusta, instalándome la preocupación de haber elegido algo blasfemo y ofensivo para ti.

- No...no es eso

- ¿Entonces?

- Es que...este libro...tiene muy poco para leer...

Lo dices con dudas y con una gran vergüenza apoderándose de ti, detalle que me insta a abrir el libro por una página al azar.

- Lo que hay en él son más ilustraciones que otra cosa...

No hace falta que sigas. Lo sé. Lo acabo de descubrir e incomprensiblemente me ruborizo con la misma intensidad que has hecho tú.

- De acuerdo...

Cierro el libro como si el contenido de su interior quemara, y alzo mi mirada hacia tu rostro, descubriéndolo más encendido que nunca. Con estúpida torpeza lo hago a un lado y elijo otro de los libros robados, no atinando a ponerlo del derecho o del revés, sintiéndome incapaz de dominar el nerviosismo que ha tomado mis manos y el asalto de imágenes y probabilidades que han empezado a invadir mi mente.

- ¿Qué te parece...historias navales?

Has agachado tu rostro y ocultas su sonrojo ayudándote de la cascada de cabello dorado que cae alrededor de él mientras asientes torpemente y casi sin voz.

- Perfecto...

Abro el nuevo libro por las primeras páginas y sacudo mi cabeza para sacar de ella toda la excitación que esas pocas imágenes han despertado en mí y una sarta de preguntas a las cuáles no sé si quiero responder...

¿Qué demonios hace Dégel con un libro así?

¿Por qué he tenido que elegirlo?

¿Por qué me excita la idea de ponerlo en práctica?

Y lo más desquiciante...¿por qué deseo hacerlo ahora y aquí?

MomentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora