25. Jamir

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- ¿Qué es lo que turba tu alma, Asmita?

La voz de Hakurei se presenta como un bálsamo de calma para mi atribulada alma. Hacía años que no volvía, pero mis insistentes dudas me han empujado a venir en busca de las respuestas que solo no consigo hallar.

- Temo que me estoy desviando de mi camino...

- ¿Por qué crees ésto?

- He sucumbido a la pasión. He cedido ante la consecución del placer... No me siento digno de defender una armadura que se escuda tras el poder de la espiritualidad.

- Disfrutar del placer que proporciona la condición humana no tiene porque ser nocivo, Asmita.

- Pero aleja el espíritu del camino que las estrellas designaron para mí. No me siento digno de seguir andando el sendero elegido después de haber conocido un sabor vetado para mi existencia.

- ¿Quién dice que no puedes saborear todo lo que ser un hombre conlleva?

- Buda...sus enseñanzas... He incumplido sus nobles verdades. He cedido al deseo para aliviar el sufrimiento en vez de eliminar su causa...

Mi voz tiembla y mis mejillas son acariciadas por unas impertinentes lágrimas que no puedo controlar. Me siento estúpido e indigno, pero Hakurei no me juzga. Simplemente me deja hablar, me escucha como haría un padre. El padre que no recuerdo haber tenido.

- Si la causa que origina la claudicación frente al deseo es fruto del amor no tiene por qué ser reprochable.

- ¡Pero yo no puedo sentir amor! ¡No puedo dejarme vencer por el deseo! Esto sólo confirma la cobardía que duerme en mi corazón...

- ¿Cobardía? ¿Por qué dices esto? Tú no eres cobarde Asmita. Tu fortaleza interior es envidiable.

- Soy cobarde porque hace años que sé que el Santuario es injusto y no me rebelo ante la injusticia que me acompaña en las sombras desde el primer día que llegué. Soy cobarde porque no hallo sentido en mi presencia en ese lugar. Soy cobarde porque dudo de la divinidad a la que se supone que sirvo. Soy cobarde porque, pese a todo esto, allí sigo.

- Asmita...tus dudas te abruman, lo sé. Cuando te hallé en la India ya te abrumaban, y más se acrecentaron cuando te traje hasta aquí. Dudar es tu sino, pero no te das cuenta que son tus dudas lo que te hace fuerte. La manera en que las enfrentas les da sentido. Dudar te acerca a la verdad. Dudar te convierte en humano...

- En un humano reprochable e injusto.

- En un humano que llega a conocer la dicha de amar.

Amar...¿Es esto a lo que estúpidamente me he rendido? ¿Amar significa sufrir?

- El amor debilita el espíritu.

- O lo fortalece. Ser capaz de amar no es una cualidad que te haga débil. Ser capaz de amar, pese al cruel destino que a veces dibujan las estrellas, te convierte en valiente.

- O en egoísta.

- ¿Por qué te castigas así, Asmita?

- Los astros designaron para mí un camino del cuál ya he andado más de la mitad, lo sé. La Guerra Santa ya ha comenzado. Los espectros de Hades están regresando a la vida... Yo debería entregarme exclusivamente a mi deber, preparame para una batalla de dudoso final, hallar mi rol en los acontecimientos de esta era... En cambio, mi alma me pide ceder a la compañía humana, disfrutarla, anhelarla día tras día, olvidándome del propósito por el cual deberé entregar mi vida...

- Tus propias palabras acaban de demostrar que no te olvidas de tu deber.

- ¡Pero cedo al egoísmo más puro para procurarme bienestar!

- Cedes a tu condición de hombre. El cuerpo humano necesita alimento para subsistir. Su abuso es nocivo, pero en medida y equilibrio es vital. Con el alma ocurre lo mismo, hay que alimentarla.

- La meditación proporciona su alimento.

- Y experimentar puro amor lo completa. Asmita, tú mismo lo has afirmado, la Guerra Santa ha comenzado. Todos lucharemos en ella, y es probable que muchos de nosotros le entreguemos la vida. Ahora dime: ¿cómo podemos luchar si no sabemos lo que defendemos?.  Vive Asmita, experimenta este regalo del universo, sólo así podrás entregar tu vida de guerrero en paz. Sólo si te permites disfrutar de todo lo que ser un simple humano conlleva podrás luchar en completa entrega.

- ¿Así...amar no implica olvidar la espiritualidad que me hace fuerte?

- Así es, Asmita. Amar no te debilita, al contrario. Rendirte al acto de amar te das las armas para luchar. Para saber lo que el sacrifico de uno mismo defiende....

Y lo que es capaz de salvar.

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