Los rosales en casa de mi abuela Girasol lucen preciosos cada vez que voy de visita, menos en invierno, donde se ocultan y a mí, para que no los vea hasta la época en que el sol vuelve a aparecer y la abuela dice que así como ellas yo también necesito descansar, jugar, comer y en el tiempo justo, aparecer.
Mi abuela es una mujer como pocas —repito lo que habla papá—. No es solo porque sea mi abuela, la única que ha quedado viva entre mis cuatro abuelos y me ha permitido conocerla. Digo que es como pocas porque se ha vuelto mi amiga, más que mamá o papá, aunque los quiera mucho y también sean mis amigos.
Su casa tiene un jardín muy bonito. Nada como esos jardines larguísimos a los que fui la semana pasada con Henrie Peterson, un niño unos años mayor que habla como un adulto y se le olvida que no lo es, como a mí se me olvida que "tenemos que ser amigos". Repetía, mucho, que no puedo tocar nada porque arruinaría el aspecto de su inmacu... Inmacu algo jardín. Cuando lo mencionaba siempre añadía una frase así: «mi papá los compró» y la otra era «porque mi papá obtiene lo que quiere y yo seré como él. Un hombre exitoso».
Henrie no me cae bien. ¿Por qué debo verlo un día antes de ver a la abuela?
—¿Qué es ser feliz? —pregunté, disfrutando de tiempo con mi abuela con nombre de flor.
Mi abue, que corta algunas rosas para adornar el comedor, me miró con las cejas elevadas. Nunca me había visto así y temí haber hecho una pregunta imprudente, como las que suelo hacer y debo recordar moderar con los que no me conocen.
—Florecita, ¿lo preguntas por algo en especial?
—Tu eres feliz, ¿no?
Sonríe con gusto, volviendo a mirar sus rosales.
—Mucho.
—Henrie dice que será feliz cuando sea exitoso —digo confundida—, es decir que se está feliz en éxito, ¿no?
Reúne las tijeras en el cesto donde ha puesto las pocas rosas. No son suficientes para llenar el jarrón.
—Se dice en el éxito. Y no necesariamente. Puedes tener éxito y ser infeliz, porque ser feliz es una decisión.
—Dijiste que amar también es una decisión.
—Ambas lo son —dice convencida y yo también me convenzo porque Abu no se equivoca—. Es difícil definir la felicidad, no quisiera que te perdieras el buscarla por creer que yo tengo la razón. Dime, ¿cómo te sientes?
Lo pienso bien y me siento normal, como cada día. O más bien, cuando vengo a su casa se añade la alegría y la risa. Quiero brincar y me río todo el día. Abuela es divertida, huele rico, hace comida rica y su voz me recuerda a las palomitas porque me encanta comerlas como me encanta estar con ella.
—Me siento contenta. ¿Eso es ser feliz?
—Se puede estar triste un momento y ser feliz.
—¿Y si solo lloras estás feliz?
—Ahora mismo tu felicidad es pasar este tiempo conmigo cortando lindas rosas, pero si te cortaras con una espina, ¿serías siempre infeliz solo por eso, aún rodeada de bellas rosas y de tu abuela?
Lo pienso con cuidado.
—No sé, ¿y tú?
Ríe haciendo que yo ría con ella. Su risa es contagiosa.
—Yo seguiría estando feliz porque estaría rodeada de lo que amo, como tú. Ser feliz depende un poco del mundo pero no debes creer que la condición de él te quitará la felicidad que lleves dentro y recuerda que estar contento no es lo mismo que estar feliz. —Se agacha a mi altura y me ofrece su tijera—. Recuerda, Florecita: la felicidad tiene significados distintos, pero no tiene condiciones.
—¿Y eso qué es?
—Que no eres más o menos feliz. Quien cambia eso eres tú y no yo o las rosas. Nosotros ayudamos pero si no estamos aún puedes ser muy feliz.
»La felicidad te hace sentir completa con poco o con mucho si has aprendido lo suficiente de cómo esto va a llenar o no tu vida. ¿Oíste?
—Sí, Abu. ¿Es mi turno?
—Sí, yo te diré cuáles cortar y dónde.
La escucho para cortar correctamente y no picarme con espinas que ella vea y yo no. Cuando tenemos la cesta llena mi abuela me habla.
—Chris, el éxito puede darte muchas cosas: estabilidad, confianza, conocidos que sean amigos luego, viajes a lugares agradables, etcétera., pero si lo obtienes siendo egoísta o para burlarte de otros puede ser que te sientas satisfecha pero a la larga... Quiero que tengas una vida maravillosa sin olvidar que necesitas de otros para llegar a donde desees, significa que el éxito jamás se logra en solitario, ¿sí?
—Sí. ¿Podemos comer pollo frito?
—Chris —dice en ese tono que usa poco pero sé que es para que preste atención.
—Te oí, en serio.
Rueda sus ojos y me abraza acercando mi cara a su suave abdomen cubierto de un delantal. La abrazo por la cintura mientras regresamos a su casa.
—Comeremos pollo frito mañana, ya es muy tarde.
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El Encanto de saber Volar
RomanceChristina Blackmore. ¿Quién es ella? Pudo decidir ir al espacio, construir casas o escribir un libro. Para ella los límites no existían respecto a sus capacidades e hizo bien en usarlas a su antojo hasta volverse quien es hoy: una buena hija y leal...