Caminaba por esta fiesta, en medio de ella, sorteando a las personas. Algunos me miraron con cierto encanto —mío, está claro—; otros, detallando el enterizo que uso, porque no pensaba jamás disfrazarme. Son de esas cositas en las que no cedo, pero sabiendo a dónde iría pretendí vestir lo mejor que se pueda. Es un enterizo elegante color amarillo neón e iba acompañado de una chaqueta oscura, pero se hizo sofocante llevarla todo este tiempo cuando el clima es alto.
El caso con la temperatura es que dejé de sentirla. Dejó de ser importante y por mas que mis manos están frías y necesito el abrigo de vuelta, me sigo moviendo.
No creí que sería tan difícil. Las relaciones, sobretodo las que valen la pena, requieren esfuerzo extra, requieren todo lo que eres para avanzar. Ellas no progresan solas. Nunca he confiado en eso de «no importa el tiempo o el espacio, seguimos unidos». Una relación necesita trabajo duro. Y lo que sí creí era ser merecedora de que lucharan por mí.
No hay nadie en la cocina, ni en los interminables pasillos con gente hablando, dándose besos o jugando. El área verde está cerrada a los invitados, así que no me molesté en perder el tiempo. Recordé mi teléfono, pero se quedó en uno de los bolsillos de la chaqueta que está con Cisne y no iba a volver por él.
Solté un suspiro agotado. ¿Qué estoy haciendo?
Es estúpido dar vueltas y vueltas.
—Que tonta eres —me reprendí.
Hay una de las tantas frases que le oí decir a mi mamá a lo largo de mi crianza, y no he entendido aun muchas de ellas, pero la que ha calado en mi vida es que uno está donde lo quieren.
¿Soy querida donde estoy?
Tal vez si solo considero a los que me importan, podría decir un gran sí. Pero, ¿es aquello lo mejor para mí? ¿ser así de condescendiente? ¿Qué es lo que estoy buscando?
—Te encontré.
Supongo que esa es mi respuesta.
Me vuelvo y sonrío, porque a pesar de no ser la persona que estaba buscando, es justamente la que necesito.
—¿Y esa sonrisa? —pregunta Francine.
—No es nada.
Ella no me cree, pero es una mujer llena de sabiduría aunque hoy no tenga el cabello recogido y no me pregunta más. Pero sé que llegará el momento en que explote y no quiero que sea en esta fiesta. Me acerco a darle un abrazo y nos quedamos así unos instantes.
—¿Hallaste a Terry?
Niego sobre su hombro. Me abraza mas fuerte en entendimiento y ríe, produciendo en mí curiosidad.
—¿Qué?
—Vayamos por Miramar y celebremos tu cumpleaños como se debe: con pastel.
—El pastel me da igual...
—Pero a mí no, así que ¡a comer pastel!
Se afirmó de mi brazo y caminamos a la planta baja. Justamente sale un mesero de la nada y nos ofrece unas copas, pero Cisne declina y pregunta por Miramar. Nos señaló el camino a seguir para encontrarla, y nos encaminamos hasta ella, pero no la hallamos enseguida. Oh no. Ella se topó con nosotras y su rostro era de pura furia.
—¿Qué pasa? —instiga Francine.
Mima revolotea sus ojos y hace un gesto de lo mas absurdo por la cantidad de movimientos aleatorios que da solo para expresar su ira.
—¿Qué puede pasar? ¡Que estoy que me parte un rayo!
La agarro del brazo y obligo a mis dos amigas a ir hacia la salida. Me siguen sin poner oposición.
![](https://img.wattpad.com/cover/292371527-288-k537238.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Encanto de saber Volar
RomanceChristina Blackmore. ¿Quién es ella? Pudo decidir ir al espacio, construir casas o escribir un libro. Para ella los límites no existían respecto a sus capacidades e hizo bien en usarlas a su antojo hasta volverse quien es hoy: una buena hija y leal...