Capítulo 6: El Ballet y la Vida se parecen mucho, aunque usted no lo crea

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Lidia le arrebata los auriculares a Miles de los oídos, provocando que éste se queje en un murmullo y le frunza el ceño.

—No oigas eso —increpa ella.

—Necesito concentrarme en la pieza —responde él en actitud calmada, pero no vuelve a reproducir la música.

Me extraña que no esté insultando el quehacer de Lidia. Es una proeza en la danza, delicada y a su vez feroz, pero en la vida cotidiana puede ser ruda, mas que el propio Miles.

—Pero es irritante; ya me la sé de memoria.

—No es lo mismo saber la música que la pieza entera.

—¿Por qué te aprendes la pieza entera? Debes centrarte en tu parte para que te salga impecable.

Miles achica sus ojos y cambia el peso de una pierna a la otra.

—Lid, mi cabeza no funciona como la tuya.

—Obviamente —repone ella con chulería. Ni falta le hace tener el cabello suelto y agitarlo para dar favor a su punto—. Empezando por el hecho de que soy una chica.

—Y terminando por el hecho de que piensas mas en ti que en el resto. Te resulta y eso está bien en tu mente, pero en la mía el individualismo se hace pesado.

Lidia eleva sus cejas y manotea su cabeza en un acto comprensivo.

—Como mejor te vaya, moreno. —Dispara su vista hacia mí—. ¿Qué dices tú?

—Estoy nerviosa —confieso con una sonrisa que no me sale natural.

—No deberías. Eres tan sorprendente como yo; como todos.

Miles musita solo para nosotras mientras mira su celular:

—Vivo para escucharte admitir verdades.

—Tu vives para cosas sin sentido —alega con un movimiento de su mano que picotea el abdomen de Miles, que empieza a reír—, como el sushi, mis comentarios y las canciones de la Taylor.

Él la aleja utilizando su fuerza superior a la de ella sin causarle daño hasta que se mantenga quieta y sin alusiones de continuar, pero su mirada para con Miles nos hace creer que disfruta hacerlo salirse un poco de sus casillas.

—¿Imaginas que tenga todo junto en una misma vez? —dice Miles fingiendo ser un soñador empedernido.

—Algo así como un concierto privado de Taylor con Lidia a tu lado haciendo berrinche y una bandeja del mejor sushi del país.

—O Lidia haciendo un solo con la música de Taylor y yo comiendo el mejor sushi.

—O Lidia botando el sushi y abucheando a Taylor —habla Lidia con sorna.

—¡O mejor aun! —La sonrisa de Miles me contagia y lo escucho atenta—. Lidia en uno de los conciertos de Taylor en su presentación mas apasionada y después vamos a comer sushi. —Ofrece su mano en una pose parcialmente inclinada—. ¿Irías conmigo, mademosele Blackmore?

—Iría contigo a los confines de la tierra —dije dramatizando, entregando mi mano y acomodando mi cuerpo para una entrada conjunta.

—¡Chicos! —brama Lidia, corriendo detrás nuestro.

Nos separamos en carcajadas, mirando que no estorbemos a los que esperan como nosotros su turno, pero cada cual tiene sus modismos para prepararse para ser evaluado.

Han transcurrido algunas horas desde que se abrieran las audiciones. No porque no seamos excelentes, tiene que ver con la exigencia de la pieza y en qué lugar seremos aprovechados. La compañía tiene niveles que si bien cada miembro puede alcanzar, basta con la presión de una pieza compleja y clásica como la de Romeo y Julietta para saber exactamente en cuál te encuentras.

El Encanto de saber VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora