Capítulo 25: Relación

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—No es necesario

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—No es necesario.

—Sí, como sea. Tómalo.

Miré a través del retrovisor y la imagen en sí me supone un milagro.

¿Miramar y Christina discutiendo mientras vamos de paseo? No pude haberlo soñado, pero soñé otras imposibilidades y creo que ellas pueden ser hechas en poco tiempo, si lo aprovecho.

—No puedo tomar un descanso —niega Christina.

—Pero si te acaban de decir que se van mañana.

—Eso significa que este día debería descansar, no ir a pasear.

—Tú decides —intervengo, haciéndome el foco de atención de ellas—. Puedo dar la vuelta y devolverte a tu hotel.

Miramar bufó.

—Te pasas de insoportable.

Me reí con ganas, recordando lo que sucedió hace un par de días.

Las contrataciones de nuevos empleados no son mi fuerte. Podía leer detenidamente una hoja de vida e ignorarla al mismo tiempo, así de grande es mi interés.

John, a mi lado, estuvo próximo a arruinar esta entrevista. Mi asistente Carlos pidió sus vacaciones retrasadas por tres años, lo que hace una sumatoria de ellos y los quiso usar, acumulados, precisamente en el peor momento del año pero al que no puedo decirle que no. Necesito un asistente tan eficaz como él y John cree que una mujer capacitada y con experiencia me será útil.

Se nota que no recuerda cómo es mi madre. Y mi padre, por descontado. El que le da todo a su maravillosa esposa.

Una vez quise salirme con la mía con tanta fuerza para olvidar una orden de la boca de mi mamá. Pero, ¿quién me culpa? Mi madre era una mujer histérica de todo cuanto hacía (o dejara de hacer), y de cómo mantenerme a salvo.

Pero lo único que quería era subir a una montaña rusa. No era para tanto. Ahora, ¿puedo comparar eso con tener una asistente que ella piense que quiere meterse... no lo sé, en mis pantalones?

—No vas a contratarla.

—No. Pero puedo remitirla; tiene un buen curriculum.

John suspira como si se quejara de estar viejo y hace movimientos que indican que se retira.

—Eres insoportable —deja ir el insulto anotes de dejarme a solas.

Sí. Lo soy. Pero él me gana y esa es una diferencia que aun pasado el tiempo no ha podido cambiar. Por mucho que me ofrezca a ayudarlo sigue sin aceptar que su estilo de vida no es el mejor, no es el que él desearía y tampoco el que David, Alejo y yo querríamos que tuviera.

No delimito el tiempo en continuar esperando que del cielo me caiga un asistente. Puede que tome en serio la oferta de Miramar de ser mi asistente aunque para ello deba dejar de lado sus obligaciones.

El Encanto de saber VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora