Capítulo 15: Como sea

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—Se han vendido todas —menciona Miles.

—Obviamente —sentencia Lidia.

—Pudo venderse la mitad un día y de a tercios los siguientes, pero se vendió la primera función el mismo día. Estoy emocionado.

—Está en tu naturaleza —desprestigia ella.

—Siempre rumiando detenidamente en mis sueños para pasar a aplastarlos, ¿no, Lid?

—Me gusta poner casa cosa en su lugar. Como Chris.

—Chris está aquí —me apunta.

No estoy en su toma y dame como normalmente. Estamos a las afueras del teatro, precisamente donde se venden las entradas —también se venden por Internet, pero esta es la manera tradicional— y hay un anuncio de agotado que me emociona tanto como a Miles y también me da una sensación de efervescencia, de expectación por el futuro de dentro de dos semanas y las que le sigan, porque ya está rondando la posibilidad de hacer una corta gira si resulta ser una producción que encante, o en poca medida, agrade a los críticos y al público en general, que son críticos más masivos pero de poca repercusión.

Estiro mi mano y tomo a Miles del brazo, sonriendo y con tantísimas ganas de llorar.

—¿Chris?

—¿Sí?

—No vayas a llorar —advierte Lid y río sin quererlo—. Mira que no me puse maquillaje adecuado para dejarlo salir.

—¿Dejar salir qué? —pregunta el caballero entre nosotras y por fin los veo. Su lenguaje corporal está dándome curiosidad—. ¿Tu parte pendenciera?

—Ahora quien busca pelea eres tú, bobo. Hablo de llorar. —Soy sacudida a su lado por el fuerte jalón que me da. La miro con asombro por su fuerza y por tomarme desprevenida—. ¡Íbamos a pasear, comer rico y tomarnos muchas fotitos!

—No necesito que disloques mi brazo para entender que quieres irte.

—Y yo no necesito que llores para entender que estás muy feliz —Abre su costado y me abraza—. Te lo mereces. ¿Podemos irnos?

—Claro, vamos.

Miles precede el camino y me permito ver cómo Lidia se detiene a ver partes de Miles de las que apenas sé su existencia con la consciencia de quien ve a un hombre atractivo. Mi amigo y compañero está muy bien pero no soy de las que le gusten los morenos y el tipo de moreno que él representa es de los chocolates con leche. Hemos estado muchos años conociéndonos y tuvimos la dicha de coincidir en la compañía, por ser diferentes pero congeniar en aquellas flaquezas que pudieron derrumbar nuestros sueños. Nos hizo unidos y siempre creí que sería de manera amistosa, familiar. Como hermanos.

Pero si Lidia quiere surcar los mares de un <<nosotros>> por un bombón relleno de humor agridulce, detallista y con un amor no sano por Taylor Swift, yo no seré quien se lo impida. Es más, si un día de estos ella admite que le resulta atractivo, yo le admitiré que eso está bien y que me declaro su mayor fan.

Eso sí, no mucho. Las ilusiones con tus amigos juntos no siempre resultan y acaban las cosas poniéndose incómodas, seas o no seas maduro para afrontar las separaciones.

Le doy un golpe de cadera y me mira intrigada.

—¿Qué dices, Lid? ¿Irás con nosotros al concierto de La Taylor? —como ella la llama.

—¿A cuál concierto?

No puedo creer que no lo sepa. Miles..

—¡Eh, tú! —lo llamo y él se da vuelta, esperando por nosotras que estamos a varios pasos de distancia. Al acortarla, le cuestiono—. ¿No le dijiste del concierto?

El Encanto de saber VolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora