Oteo los ojos de Terry.
¿Qué está pasando? ¿Por qué siento cierta tensión? Pero es de esa tensión como una premonición. Va a pasar algo y parece que él sabe lo que es, solo que no abre la boca y mientras mas tiempo pasamos juntos, mas entro en cuenta de que me frustra que no hable conmigo. Así sea de pequeñas cosas que para mí no son nada pequeñas.
Me gusta el lugar en el que estamos. No solemos ir a lugares donde se requiera vestir se decir manera —elegante o medianamente delicada en elección—, es una sorpresa, pero me sabe bien que el sitio tenga música bailable, porque también hay donde bailar; hay gente variada, algunas mas elegantes que otras y no hay ninguno que vea feo a otro. Tener niños comiendo a su manera y que no hayan gritos al cielo es, por poco, un soplo de aire fresco.
También me gusta la forma en que Terry me mira. No es igual que mi mirada. Yo lo veo queriendo respuestas que no tengo. Él lo hace como si yo le produjera muchas cuestiones y no le molesta.
—¿Vas a bailar conmigo? —pregunta, con una sonrisa sugerente. ¿Estamos coqueteando? Me apunto.
—¿Me estás invitando? —le regreso la pregunta en la misma tónica.
—Sí.
—Debías afirmar.
—¿Por qué? —Lo divierto. A mí igual.
—Porque sabes que habría dicho que sí.
Ríe provocando que suspire. Eso lo tiene sonriendo halagado.
—Y todo se debe a mí...
—No hay que ser presuntuoso —digo señalándolo con advertencia astuta.
—¿No? —frunce el ceño—. Pero si es de lo que mas te gusta de mí.
—Ah, ¿me gusta que seas presumido?
—Y mi cabello.
—Puede ser.
—No te gusta cuando tengo barba.
—Me gusta tu cara —le aclaro.
El suspiro que suelta es tan elaborado que me invita a reír.
—Qué alivio saberlo. Me quitas un grandísimo peso de encima, Chris.
Paso mi cabello sobre uno de mis hombros, haciendo gala de mis habilidades.
—Para eso estoy: para quitarte pesos.
—Y darme alegrías.
Estar derretida es algo a lo que me cuesta acostumbrarme, pero la sensación se está volviendo mas y mas adictiva. Tener a Terry en mi vida supuso muchos cambios, pero nunca imaginé que éstos serían internos; que me vería distinta aunque muy parecida a la Chris de principios de año.
Le ofrezco mi mano y él no lo piensa dos veces antes de darme a suya. Demasiado confiado, en sí mismo y en mí. Aun creo que está pasando un asunto misterioso y no darle mi atención cuesta lo suyo, pero intento que esta cita y nosotros sea lo mas importante.
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El Encanto de saber Volar
RomanceChristina Blackmore. ¿Quién es ella? Pudo decidir ir al espacio, construir casas o escribir un libro. Para ella los límites no existían respecto a sus capacidades e hizo bien en usarlas a su antojo hasta volverse quien es hoy: una buena hija y leal...