Christina Blackmore.
¿Quién es ella?
Pudo decidir ir al espacio, construir casas o escribir un libro. Para ella los límites no existían respecto a sus capacidades e hizo bien en usarlas a su antojo hasta volverse quien es hoy: una buena hija y leal...
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Mis labios se sienten hinchados pero aun así no quiero detenerme. Y Terry piensa igual pues no me ha soltado ni permitido separarme para pensar que...
Atrapé su cabello entre mis dedos. Es uno de mis delirios: aquellas sedosas y espesas hebras que se ajustan a mis dedos y entre ellos. Creo que toco algo que fue prohibido y al tenerlo me volví codiciosa. Mi codicia, si la aprieto lo suficiente, me retribuye tanto que era instintivo que fuese esta persona a la que no le gusta compartir.
Reí en medio del beso y regresó a mí el cómo terminamos de este modo. No planeé tener un ataque de pánico y no estoy segura de qué fue lo que lo explosionó; pudo ser todo y nada, pero lo tuve. Nos mudamos a una mesa en que cupiésemos diez personas, se pidieron otras rondas, bebí refresco y antes de analizar lo que sucedía en la mesa al menos con dos de los amigos de Terry y las chicas que me socorrieron, porque era demasiado trabajo mental observar, me excusé por aire.
Y Terry se preocupó.
Y yo quería espacio.
Necesitábamos hablarlo, aunque fuese a medias para llegar a tener algo completo. Empezamos charlando, luego nos abrazamos y un beso corto no quedó siendo uno corto.
—Chris...
El jadeo que venía con mi nombre me puso en alerta e, inoportuna, vino la risa y meneé mi cabeza a los lados.
—Si te vieras —dije y toqué sus labios—. Cualquier sabría que estábamos muy ocupados.
—Lo estábamos —asiente.
Levanté mis cejas y no me privé del deleite de besarlo de nuevo.
—Vamos, volvamos —para ser enfática me alejé y jalé su mano—. Tengo serias sospechas de que John y Vanessa podrían matarse.
Terry cedió con desgana y nos acercamos a la puerta trasera del club.
—O hacer lo que hacíamos tu y yo.
Lo miré con grata sorpresa.
—¡También lo crees!
—Es obvio, pero espera.
Regresé y frené frente de él. Elevó su mano y recorrió mi mejilla.
—¿Qué harás, Chris? No voy a permitir que cambies todo para enfermarte, aunque yo sea el afectado.
—Lo seríamos los dos. ¿O por qué crees que quiero cambiarlo todo?
No se mostró seguro.
—Hay que pensarlo bien.
—Lo he pensado lo suficiente... Sabes que tengo miedo y no tiene que ver contigo. De todo, lo único que tengo seguro eres tú y el que voy a poner todo de mi parte para hacer funcionar mi carrera. ¿Voy a volver a tener un ataque? Tal vez, Terry. No importa cuánto intentemos controlarlo todo no podremos abarcarlo, hay que ir hacia adelante.