Capítulo Uno:

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Milán

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Milán.

9 meses después.


—Brigitte, acaba de empezar tu hora de descanso —me avisa el encargado del bar.

«¡Yes!» celebro dentro, dejando por fin el pañuelo con que limpiaba la barra.

Llevo toda la mañana atendiendo clientes, limpiando las mesas, y sirviendo cafés. Bueno, no solo toda la mañana, todo el tiempo transcurrido desde que llegué de Florencia. Aún me queda un par de horas más para acabar mi turno del día, cosa que he estado deseando más que a nada.

Ha sido un día bastante pesado. Mi humor no es el más agradable, y mi jefe es un tocaovarios de lo peor, puesto que, su felicidad consiste en hacerle la vida cuadritos a sus empleados.

Y hoy, hoy está siendo muy feliz a causa de la torpeza que me ha decido acompañar en el día.

Con un suspiro, me dirijo a la cocina para tomar mi aperitivo, y salir del local. Al cruzar la calle hay un hermoso parque con un lago artificial, con varios banquillos que te permiten descansar, admirarlo, y pasar un rato tranquilo, justo lo que necesito. Me dirijo allí, ocupando uno de los sitios libres.

La brisa fresca me da en la cara, lo que me relaja por completo. Estoy realmente agotada, no he hecho más que trabajar para poder ahorrar. Para mi suerte, desde que llegué de Florencia, mis padres me han estado apoyando en todo, al igual que mis amigas, o como solemos llamarnos, el equipo nueve once.

Hablando con ellas, por nuestro grupo de WhatsApp, me he enterado, por Miranda, que ya ha nacido la niña de Jared, hace específicamente un mes, y hoy han decidido hacerle su pequeña celebración de bienvenida. Por supuesto, la información también es un ingrediente de mi coctel de emociones. Estoy feliz por él, después de todo su sueño de ser padre se ha hecho realidad, pero también ha sido como un golpe en mi estómago.

Ha pasado más de medio año, y yo ni siquiera sé si ya superé lo sucedido, si soy sincera, no he hecho demasiado con mi vida.

Llegué a casa, una extensa conversación con mis padres, me dejaron quedar, recibí el apoyo de mis amigas, luego conseguí el trabajo, horas y horas metida en el bar, y ya.

No sé si esté bien, pero la verdad es que me he hecho consciente y no me siento nada cómoda.

¿Así será mi vida a partir de ahora?

Sin poderlo evitar, me analizo. Miro mis manos, y ya no sé cuándo fue la última vez que me hice una manicura, no sé desde cuando mi cabello no es atendido por un estilista, no sé desde cuando me abandoné por completo, quise olvidarlo todo, y me olvidé de lo más importante...

De mí.

Ni siquiera soy consciente que estoy llorando, hasta que una lagrima cae en el dorso de mi mano.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora