Capítulo Tres:

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Si hablo de dormir, no dormí absolutamente nada, los nervios hicieron de las suyas, además de estrenar una cama no nueva sumándose al festín, hicieron una largar noche en vela

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Si hablo de dormir, no dormí absolutamente nada, los nervios hicieron de las suyas, además de estrenar una cama no nueva sumándose al festín, hicieron una largar noche en vela. Pero, a mi suerte, una fina capa de corrector de alta cobertura me hace lucir como una mujer que ha dormido ocho placenteras horas.

Llevo un maquillaje natural, nada sobresalta demasiado, bueno, solo el gloss de mis labios, pero al menos no parezco recién salida de un resfriado. El reflejo en mi espejo me infunde seguridad. He optado por un pantalón negro, tacones de taco alto del mismo color, una blusa blanca y un blazer escoces de tonos tierra. El cabello suelto, abierto a la mitad, completamente lacio.

Suspiro con suavidad, llevando los nervios a raya.

—Eres una diva, y una diva siempre consigue lo que quiere —me digo, mirando con firmeza el azul de mis ojos.

No hace falta nada más, con cuarenta minutos faltantes para mi cita salgo del piso luego de tomar mi bolsa. Al subirme al taxi, la necesidad de un auto martilla en mi mente, más no dejo que me abrume demasiado, me concentro en lo importante, mantener la calma.

No sé qué quiere Coraline en exactitud de mí, por lo que estoy tratando de mantener mi mente abierta, relajada, para poder analizar lo que ella vaya a decirme y así tomar una decisión que me sea beneficiosa. La frase que me he dicho en el espejo la repito en mi mente tantas veces como puedo, combinándolo con respiraciones profundas, así hasta llegar a mi destino.

El centro de operaciones de la casa Lestienne.

Un edificio minimalista de dos pisos. Blanco y negro. Dos puertas de vidrios y un par de ventanales en cada piso con detalles ornamentales que destilan elegancia. Vuelvo a tomar aire para botarlo con pausa. Me relajo, y una vez lista desciendo del taxi para entrar, directo a la recepción, aún faltan diez minutos para mi cita, pero de igual forma hago saber que he llegado.

Coraline ha tenido la amabilidad dejar el aviso de mi visita, por lo que, con tan solo presentar mi identificación saben que tengo una cita con ella. La misma chica que me ha atendido me lleva al piso de arriba. Le sigo desde atrás observando todo a mi alrededor. Cuadros de diseños, fotos, colecciones, pero sobre todo, el armónico ambiente que me abraza.

Al caminar, dejando de lado mi percepción visual, me hago consciente del aroma a menta fresca que hay en el lugar, no es nada abrasivo, más bien sutil, en un intento de seducir el olfato, y vaya que lo hace, por lo pronto, me siento más relajada.

Nuestro agradable recorrido termina pronto, entramos a un ala cerrada, donde se encuentra una morena en su puesto de trabajo. Nota nuestra presencia, y le devuelvo la sonrisa en cuanto ella me la regala.

—Tú debes ser Brigitte —expresa con candidez. No he terminado de asentir, cuando me tiende su mano —Mi nombre es Lucia, asistente de Coraline.

—Encantada de conocerte —murmuro al tomar su mano.

La recepcionista que me ha traído, se despide dejándonos solas. Lucia no nos hace perder el tiempo, explicándome con rapidez que su jefa está por terminar una reunión. Igual de amable me ofrece asiento y algo de beber, de la que solo tomo la primera, porque hasta un café en mi estomago puede resultar traicionero y no quiero eso.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora