Al dejar la casa, me hospedado en un hotel divino.
El cansancio me ha hecho dormir en exceso, mucho más de lo que lo he hecho en mucho tiempo. Pero, al día siguiente, pasada la tarde he avanzado un montón. Ya he pasado por las manos de un estilista, por una manicurista, y luego, un delicioso Dios Griego, me tuvo enteramente desnuda entre sus brazos.
Por supuesto que sí, en un delicioso masaje ¿Qué más podría ser?
También, como decidí que no importaba, olvidé empacar mi ropa interior, por lo que he tenido que pasar a comprarme ropa nueva... Si ropa, porque, ¿quién solo va comprar una sola braga? Nadie... Compro todo lo que se me antoja, después de pasar unos buenos meses limpiando barras, retretes, pisos, cerámicas, puedo darme el gustazo.
Me siento como una barbie que acaba de salir de su empaque. He optado por llevar un bonito vestido blanco con flores rositas, bastante coqueto, de tirantes finos y de escote cuadrado, lo he acompañado con unas sandalias, y por supuesto, me he maquillado.
Gloss, mucho gloss, para mis labios. Es lo que más me gusta de mi cara y me encanta que brillen.
No tengo pensado salir a ningún sitio, pero ahora que me he puesto guapa, me siento muchísimo mejor. He vuelto a recordar la magia de ponerte bonita para ti, lo terapéutico que llega a ser, y como se vuelve tu atril para sobrevivir a las adversidades, más ahora, que el éxtasis de ayer me ha abandonado, por lo que ha llegado el momento de organizar y tomar decisiones.
¿Dónde voy a vivir? Y lo más importante, ¿De qué voy a vivir?
Se me va el rato buscando una habitación para mí, aplicando para trabajos, de lo que sea, poque estoy lista para cualquier cosa. También observo mis cuentas del banco, y hago cálculos de lo que puedo gastar a diario según mis ahorros y por cuanto tiempo puedo vivir de ellos mientras vuelvo a tener más ingresos.
La verdad, no estoy tan mal de dinero por los próximos dos meses.
Más relajada, recuerdo que tengo teléfono. Lo busco por toda la habitación, y al paso de un rato lo consigo en mi bolso, nunca lo ocupé desde que llegué, por lo que tengo un montón de llamadas perdidas y mensajes. Mi ex jefe, pero paso de él, continuo a los mensajes de mis amigas Gaia, Nina y Miranda, tanto en el grupo, como en el privado.
Las hago esperar un momento para hablar con mamá, le dejo saber dónde estoy y que estoy muy bien. No le doy demasiadas largas a su intento de regañarme, sé que parezco una neurótica, pero la verdad es que, necesitaba salir corriendo.
Al colgar, comienzo a responderles a mis amigas, o a intentarlo, porque no tengo ni idea de cómo contarles por un simple mensaje todo lo que he hecho en las últimas veinticuatro horas. Entre suspiros me tomo mi tiempo, escribo, borro, escribo, borro, y en ese vaivén, decido que es mejor llamar.
¿Una videollamada de amigas? La mejor terapia que puede existir en el mundo.
Haciéndole honores al nueve once, al llamado de emergencia, contestan de inmediato. Gaia, envuelta en una toalla de baño sentada en su cama. Nina, en el sofá de su sala, y Miranda, lo reconozco de inmediato, su cafetería favorita en toda Florencia.
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Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)
ChickLit***TERCER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** Hace ocho años lo dejé todo por él. Ahora vuelvo a Milán, por amor a mí. Existen sacrificios por amor, pero dejar de amarme nunca fue negociable. Comenzar de cero nunca ha sido una tarea fácil, meno...