Capitulo Diecinueve:

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Una palabra puede que no haga nada, pero dos, lo ha cambiado todo para los dos

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Una palabra puede que no haga nada, pero dos, lo ha cambiado todo para los dos. Ese «Te quiero» ha afianzado nuestra relación, estamos enamorados el uno del otro, y por el momento, no existe nada, ni nadie que pueda romper eso.

Edmond Lestienne se ha convertido en mi atril, su hombro, su mano, me ha servido de apoyo, cuidándome cuando lo he necesitado, alentándome a dar pasitos, para continuar descubriéndome, liberándome, sin juzgar ninguna de mis capas, de mis verdades, tan solo aceptándome como soy, y sintiendo todo lo bonito que tiene en su corazón, aunque esté lejos de ser una mujer perfecta.

Tras nuestra noche juntos los días corren sin cesar, cada uno está metido en sus propios proyectos. Eddi enfocado en su concesionario, el que aún no he tenido la oportunidad de conocer, también ha pasado muchísimos días con Antonella, demostrándome que su confesión es un verdadero plan de acción, es un padre responsable con todas las letras, y yo no puedo sentirme más orgullosa de él, de lo entregado que es con lo que ama, su negocio, su hija, su familia, y ahora, en ella me ha incluido a mí.

Por mi parte, también he estado bastante llena de trabajo, Coraline pasa más tiempo en la casa de modas, centrada en diseñar, trabajar con tanta fuerza, para no dejarse aplastar por lento que va todo con su divorcio, por no decir muerto. Hemos estado enfocadas en un próximo evento, no tan grande como el fashion show, pero si igual de importante.

Un evento privado en la mismísima Casa Lestienne para mostrar todo lo que se hace en ella, para sus clientes especiales, aliados, patrocinadores, posibles compradores y amigos de la Casa, todo con la finalidad de potenciar los diseños de la marca. Todos nos encontramos muy motivados, dándole a Coraline, a la casa, nuestro mejor esfuerzo para conseguir un evento grandioso del que todos sus asistentes terminen hablando maravillas.

Pese a que he estado bastante ocupada, la relación con mis papás sigue fortaleciéndose, a paso de caracol, o quizá es tanto lo que debemos avanzar que yo lo veo un poco lento, más no me desanimo. Hemos pasado de ignorarnos, de fingir que no pasa nada, a estar consciente de que estábamos mal como familia, a intentar hacernos parte de nuestras vidas.

He mantenido contacto casi a diario con mi mamá, al menos con un «ten bonito día», mas no he podido quedar con ellos desde la cena. Quizás así sea lo mejor, poco a poco, sin presionarnos, para no volver a lastimarnos.

El rumbo que ha tomado mi vida en los últimos meses me hace sentir bien, me hace sentir que he dado, y estoy dando, los pasos correctos para vivir la vida de mis sueños. Tengo un trabajo que me apasiona, me hace sentir útil, creativa, y parte de un proyecto en el que aprendo algo nuevo todos los días. Tengo a mi lado una persona que acelera los latidos de mi corazón, que me saca una sonrisa, de solo pensar en él, me hace sentir que Brigitte Augier no está loca, sola es una mujer cuerdamente desquiciada, y es maravilloso. Me quiere, me acepta, y me alienta.

Estoy proceso, estoy en el camino, y la mujer que se ha comenzado a construir me encanta.

Dejo un suspiro profundo, sonriente, a todo, a la nada, y me pongo en marcha, bueno, lo intento, pero mi teléfono me distrae, suena una notificación especial, el grupito de WhatsApp nueve once. Las chicas tienen un buen rato activas, y me digno a leer con rapidez, los más de cincuenta mensajes que llevan.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora