Capitulo Siete:

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Ya en el auto, solo los dos, percibo un sutil burbujeo en mi estómago, que baja a mi vientre, perdiéndose entra la calidez de muslos

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Ya en el auto, solo los dos, percibo un sutil burbujeo en mi estómago, que baja a mi vientre, perdiéndose entra la calidez de muslos. No es nada de qué preocuparme, es delicioso, a causa de su mirada, y su concentrado olor, tan varonil, en el espacio cerrado, su auto, un bonito descapotable negro.

—¿Puedes marcar tu dirección, por favor? —susurra, señalándome la pantalla del coche.

Lo hago con rapidez, o al menos lo más rápido que mi dedo tembloroso me lo permite. Ni siquiera lo miro, porque no quiero sentirme avergonzada de mis nervios, la verdad es que, estoy disfrutando de la deliciosa presión que está abrazada a mi cuerpo.

Una vez he terminado se pone en marcha, siguiendo las indicaciones que le dicta su ayudante virtual. Recostada de mi asiento, me uno a su silencio, pero no por demasiado tiempo, aunque me siento cómoda, los nervios me ponen preguntona, y tengo ciertas dudas tras nuestra conversación en el evento.

—Edmond... —llamo su atención, a lo que él me regala una rápida mirada —¿puedo hacerte una pregunta? —Se sonríe, de una forma que no puedo definir, quizá porque solo obtengo la vista de su perfil. De cualquier modo, asiente, a lo que continuo —¿Por qué no me dijiste que estabas soltero en la oficina de tu hermana? ­—Vuelve a darme una rápida mirada, que me deja la necesidad de aclarar —El día que casi nos besamos.

—No me preguntaste —susurra, volviendo a sonreírse, el hoyuelo en su mejilla devela su intensión, además de su tono, está siendo un descarado.

—Lo hice, no directamente, pero dije algo parecido a que no sabía si tenías alguna relación, pudiste habérmelo aclarado.

Asiente, una, y luego otra vez, lo que aumenta un poco mis nervios. No sé si acabo de entrar en un terreno peligroso, no quiero cagarla, pero lo tenía en la mente, lo he dicho ya, y a eso no puedo hacerle marcha atrás. Edmond continúa concentrado en la vía, y una vez para un semáforo, gira su rostro, a la vez que suelta el volante para recoger mis dedos entre los suyos.

—¿Te digo la verdad? —Me muerdo al labio, a lo que asiento, sin dejar de observar sus ojos preciosos —No lo tomé en serio cuando lo dijiste —Intento sacar mi mano de la suya, pero no me lo permite —. Pensé que solo estabas poniendo un freno, y cuando me di cuenta que era realmente importante para ti ya había cometido un error, por eso me fui sin insistir más.

—¿Por qué no me lo dijiste? —insisto —pudiste haberlo aclarado y ya.

Edmond abre la boca, pero un cornetazo atrás nos hace mirar el semáforo, ya en verde, que le invita a continuar. Pisa el acelerador, a la vez que lleva mi mano a sus labios, dejando un delicado beso en mis nudillos antes de dejarme para tomar el volante.

El silencio vuelve, Edmond no responde lo que le he preguntado, y yo prefiero no volver a insistir, y tampoco sé que más decir. Suelto un suspiro, agradecida de que no faltase demasiado para llegar, en menos de cinco minutos estaciona el auto frente al edificio, dejándome en una situación mucho más incomoda, la despedida.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora