Capítulo Veinticinco (FINAL):

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Otra vez de vuelta a Milán

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Otra vez de vuelta a Milán.

El viaje ha servido para desconectar y divertirme, puesto que, los días que comienzan a pasar son movidos, aunque estoy acostumbrada, tengo ahora una responsabilidad más, las terapias familiares de una hora dos veces por semana.

Si funcionará o no para nosotros lo veremos después, al menos hemos conseguido asistir en un intento de sanar de la forma más adecuada nuestras heridas del pasado. Pasado que ya no me ata, no me condiciona, pero que no quiero cargar, al que espero dejar ir por completo, y tengo la esperanza de que con la terapia pueda conseguirlo, no solo yo, los tres.

Por otro lado, Edmond se ha tomado muy en serio lo de mi auto nuevo, me ha puesto en contacto con Mía y ella me ha ayudado muchísimo, al punto en que no debo pedir ningún tipo de préstamo al banco, me han ofrecido un sistema de pagos bastante cómodo, una inicial, y luego el resto por cuotas mensuales a una tasa de interés mínima.

Tengo la leve sospecha que cierto hombre me ha dado un privilegio, siendo su forma de ayudarme sin interrumpirme en lo que quiero. Nadie me dice nada al respecto, lo prefiero así, aún sigo dándome yo el gustito al ver cómo sale de mis ahorros, y los próximos pagos vendrán de mi trabajo en la casa Lestienne.

Al momento dejar mi firma en el contrato las lágrimas se me acumulan en los ojos, la mano me tiembla, pero aun así lo hago real. Al momento de tener la llave en mano, abrir la puerta y poner mis nalgas por primera vez en su cómodo asiento de cuero negro, soy la mujer más feliz del mundo.

¡Tengo mi propio auto!

Un Alfa Romero Giulietta, color rojo, divino como yo, al que bautizo rápido como «Cherry» chiquito, precioso y jugoso. Me pone frenética el sonido del motor, es tan potente, tan divino, que no puedo dejar de bailotear emocionada, además mi reflejo en el retrovisor me pone más contenta.

¡Me siento una completa diva!

Vamosss, me siento increíble. No puedo parar de sonreír, no me importa si me duelen las mejillas después, en este momento me siento la mujer más feliz del mundo. Por supuesto, Edmond Lestienne va a mi lado, observándome encantado como cumplo una meta más.

—¡Siento que estoy volando! ¡Es una completa delicia! —chillo extasiada —Me siento como una niña con juguete nuevo.

Sonríe para mí, todo coqueto como siempre, y el corazón me late con la misma fuerza que el motor de mi Cherry.

—Estoy muy feliz por ti, caramelo.

Le agradezco. Por compartir mi dicha, pero también por ayudarme a permitirme tener el auto, por estar a mi lado en este momento, por todo lo que me ha dado en tan poco tiempo, tanto amor, tanta comprensión, es simplemente magnífico.

Me emociono al detenerme frente a la casa Lestienne, tan solo por la libertad de poder quitarme el cinturón de seguridad, y complacer mi deseo de subirme al regazo de mi novio, a horcajadas, sorprendiéndolo. Pronto se recupera tomándome por la cintura, a la vez que mis brazos se enrollan en su cuello.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora