Capitulo Once

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Es tarde

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Es tarde. He llegado tarde por primera vez a la casa Lestienne, y sería una perra mentirosa si dijese que no estoy completamente feliz por ello. Después de las ultimas horas con Edmond, no puedo dejar de sonreír, de suspirar, de sentirme renovada.

Es que tener sexo es como volver a nacer, te da tanta vida, tanta energía, y por lo deliciosa que ha sido mi noche con Edmond, yo siento que el cielo me pertenece y puedo caminar con tranquilidad por las nubes. Como un angelito, sí, uno que tiene derecho de follar ardiente como el infierno.

Mientras avanzo, no me importa nada, estoy demasiado alegre para avergonzarme por nada en lo absoluto. Sonrío para Lucia que es a quien me topo de primero, no puedo evitar sonreír mucho más cuando me hace saber que tengo un brillo diferente en la cara.

«Cariño, Edmond me ha dado hasta para que lo recuerde de por vida» pienso, sonriente, lo que ni en un millón de años le diría a ella.

—Me tomé una píldora para la felicidad, creo que me ha caído de maravilla —bromeo, pasando de ella para entrar a mi oficina.

Tan solo dejo mis cosas, tomo mi tableta, para presentarme en la oficina de mi jefa. Llegué tarde, pero con muchas ganas de trabajar, y creo que eso lo compensa bastante bien. Después de un golpecito en su puerta me concede el permiso para entrar, consiguiéndomela concentrada tirada en el suelo, con varias hojas sueltas, y un montón de colores esparcidos.

—¿Estás bien? —susurro, un poco impresionada.

—Estoy intentándolo —Alza su mirada, con un intento de sonrisa, que luego se abre más, alegrándose al verme.

—Lamento haber llegado tarde, yo... eh... —Me muerdo el labio. No puedo decirle que estaba follando con su hermano —Tuve un inconveniente antes de salir.

—¿Y está todo bien? —consulta, poniéndose de pie. En la cercanía puedo notar las bolsas bajo sus ojos que ha intentado tapar con maquillaje, pero no le ha funcionado del todo —Estás muy guapa hoy, te ves muy feliz, así que supongo que fue un buen inconveniente el que te retuvo —Lanza una miradita rápida a su escritorio, y al volver a mi rostro, suelta —Lo que me recuerda que Edmond no ha contestado mi llamada matutina, ¿habrá tenido un inconveniente también?

Se me escapa el aire. Se me sube el calor al rostro. Lo ha dicho por malvada, por curiosa, su sonrisita macabra la delata, y no puedo sentirme más apenada en la vida.

—No lo sé, pero posiblemente —miento, miento muy mal, y ella lo sabe —¿Tú estás bien? Te noto un poco agotada —Volteo el juego, y en cuanto su sonrisa se borra, de un plumazo, me arrepiento.

—Anoche mi querido esposo volvió a la casa —Suelta un suspiro —Fue horrible, estaba ebrio, apenas me dejó dormir, y ya sabes que tiene este poder de dejarme el ánimo por el suelo—Se aparta todo el cabello de la cara pasándose las palmas —Pero no quiero hablar de ello, no más de Voldemort por lo que me queda de día.

Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora