Sin ningún contacto con mis padres mi cabeza vuelve a enfriarse, y tras pensar constantemente en ello, llego a la conclusión de que ha sido beneficiosa la visita que les he hecho, fue dura, pero también liberadora, después de tanto tiempo les he dejado ver esa herida que he tenido abierta durante muchísimo tiempo, de la que ellos jamás estuvieron conscientes.
Cada uno tiene su versión, cada uno tiene su dolor, y por supuesto, cada uno tiene su propia culpa.
No sé si sea posible recuperar nuestra relación, nuestra familia, pero esa visita, esos reclamos mutuos, fueron el comienzo de algo, aunque ahora mismo no sé de qué, y mucho menos si sea de algo bueno o malo.
Por otro lado, los sucesos con mis padres me han dejado ver cuan precioso se ha portado Edmond, apoyándome, secando cada una de mis lágrimas, e intentando mejorar mi estado de ánimo, aun cuando no me he mostrado demasiado abierta para dejarle saber todo lo sucedido. Tenerlo para mí, sosteniéndome incondicionalmente me ha reafirmado mi deseo de intentar hacer que lo que sea que suceda entre nosotros funcione.
Tengo miedo, pero ahora, lo que siento cuando lo tengo cerca, cuando esos ojitos preciosos se posan en los míos, y sus manos se posan en mi piel, es muchísimo más grande, más intenso, que me alienta a trabajar en mí y poder conseguir consolidarme a su lado sin temor alguno.
Tengo muchísimo por hacer, tantas verdades por develar, pero esta noche, todo lo que quiero es estar con mi Eddi, agradecerle de alguna forma todo lo que ha hecho por mí al apoyarme sin juzgarme. Por ello he decidido hacerle una visita sorpresa. Ya he encargado cena para los dos, y estoy por salir de mi piso en un taxi al suyo.
Me encantan las faldas cortitas, las sandalias altas, el color rosa y el gloss en mis labios, y todo ello complementa mi vestimenta para esta noche. Me gusta sentirme guapa, y por supuesto, me encanta cuando Eddi babea por mí. Tras tomar mi bolso salgo de casa en taxi hasta la suya.
La seguridad, tras verme en diferentes ocasiones con Edmond me dejan pasar, además mi sonrisa amable hace un buen trabajo, y más cuando llega mi pedido del restaurante, me dejan subir sin necesidad de llamarlo, entendiendo que se trata de una sorpresita de mi parte, lo que agradezco en diferentes ocasiones que no me la arruinen.
Con mis bolsitas en mano subo hasta el último piso, su penthouse. Expulso todo el aire de mis pulmones, dejando todo afuera, sin permitirle tomar fuerza esa vocecita molesta que me dice que salga corriendo. Con un golpecito con mis nudillos, aun cuando mi corazón late a mil por minuto.
Choco mi tacón contra el suelo, se me hace eterno, aunque posiblemente no sea demasiado tiempo el que transcurre en cuanto escucho movimiento dentro de su casa hasta el momento que su puerta se abre. Mi pecho se queda exiguo ante todo lo que se hincha mi corazón, incluso duele, al tenerle frente a mí, con esa sonrisa preciosa que me hace temblar las piernas.
Sujeto mis bolsas con más fuerza, no quiero que salgan de mis manos y terminar estropeando la sorpresa, tan solo por ceder a mi loco deseo de lanzarme a sus brazos, gruesos, varoniles, que ahora se encuentran desnudos frente a mis ojitos.
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Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)
ChickLit***TERCER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** Hace ocho años lo dejé todo por él. Ahora vuelvo a Milán, por amor a mí. Existen sacrificios por amor, pero dejar de amarme nunca fue negociable. Comenzar de cero nunca ha sido una tarea fácil, meno...