El trabajo en la casa Lestienne, en medio de un fashion show, es ultra movido, los primeros cinco días he llegado a casa pasada la medianoche, y cada día he llegado diez minutos antes de las ocho de la mañana. El café es mi aliado, mi mejor amigo, y por supuesto, mi alma de diva, mis ovarios poderosos, que desean con fervor el triunfo de Coraline.
Estos últimos días he aprendido mucho, la cabeza me amenaza con explotar, pero según las palabras de Lucia, una vez pasemos el evento el ritmo de trabajo no es tan intenso, a lo que espero que así sea. No he tenido tiempo para volver a ver a mis papás, y mucho menos a mis amigas, apenas me da tiempo de dejarles un mensaje de buenos días a través del teléfono.
Lo bueno de todo esto, es que he estado tan envuelta en la colección, en aprender y servir, que no he tenido tiempo para pensar en lo sucedido con el atrevido y muy desvergonzado hermano Lestienne. No habérmelo cruzado más también ha ayudado. Solo deseo, de todo corazón, que aquel suceso no vuelva a repetirse.
Llego a mi trabajo a la misma hora, con un café de tamaño más grande, y con una capa de corrector naranja debajo del de color piel. Al subir al segundo piso Lucia ya está aquí, quien tiene la cara pálida, y la mano tapando su boca. Está tan concentrada en su computador que ni siquiera se percata de mi llegada.
—¡Buenos días! —expreso. Agito mi mano frente a su cara consiguiendo al fin su atención.
—Ni tan buenos —gime con un suspiro.
—¿Qué ha pasado? —curioseo en un susurro, acercándome más, aunque no haya más nadie con nosotras.
—Una revista ha publicado la discusión de Coraline con su esposo en el hotel, palabra a palabra de las cosas que le ha dicho —Gira su monitor, dejándome ver una foto de ese día, lo tengo grabado en mi mente para saber que no es ninguna farsa —El editor de la revista es amigo de Angelo, suponemos que ha sido su idea para sabotear el evento —Esa información si me toma por sorpresa, robándome un jadeo —Coraline acaba de llegar, ya lo ha visto, y me ha pedido que en cuanto llegues pases a verla.
—¿Ella como está? —le pregunto, a lo que solo se encoge de hombros.
Paso de Lucia y entro en mi oficina para dejar mis pertenencias. No espero nada, vuelvo a salir directo a la oficina de Coraline, toco con mis nudillos, y en seguida puedo percibir su adelante. La consigo sentada en su cómodo sillón, jugueteando entre sus dedos con un anillo, puedo percibir en su rostro la rabia, el dolor, y el vaso de vidrio relleno de whiskey a medio beber en su escritorio me lo confirma.
—Me siento una imbécil —expresa, una vez he cerrado la puerta.
—No es tu culpa que eso haya salido a la luz.
No dejo de acercarme a ella, continuo mi camino hasta sentarme en la silla frente a su mesa.
—No es mi culpa, pero aun así yo permití que todo llegara tan lejos —Suelta un suspiro. No me mira, sus ojos están fijos en el anillo de oro entre sus dedos —Cuando me casé, me prometí hacer todo lo posible para que funcionara, porque amaba al hombre que estaba conmigo, porque era mi sueño, y se supone que debes darlo todo, que debes tener paciencia, fuerza, porque nada es color de rosa, todo tiene matices, y entre ellos está el verdadero significado de la vida —Se le quiebra la voz, pero mantiene con temple las lágrimas a raya —Pero cuando tener paciencia, el soportar, te duele, te lastima, es el momento de parar, de replantearte los sueños, y si es el momento de soltar hay que hacerlo sin dudar.
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Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)
ChickLit***TERCER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** Hace ocho años lo dejé todo por él. Ahora vuelvo a Milán, por amor a mí. Existen sacrificios por amor, pero dejar de amarme nunca fue negociable. Comenzar de cero nunca ha sido una tarea fácil, meno...