Un baño de espumas, con bastantes sales aromáticas, y una depilación de cuerpo completo, tan solo porque no sé lo que pueda pasar, hasta donde seamos capaces de llegar, pero como sea, quiero estar preparadísima. Me ocupo de mi piel, hidratándola, y luego, un conjunto de ropa interior de encaje negro, chiquito y sin estrenar, porque repito, pase lo que pase, no quiero estar impresentable.
Sobre él decido llevar una falda negra de cuerina, de corte alta, al ras de mis curvas, combinado con un top de mangas largas color rosita y unas sandalias altas también negras de tacón y tirante fino, sin nada de plataformas. Me maquillo como acostumbro, maquillaje natural, aunque esta vez le doy un poco más de luz a mi mirada jugando con los brillitos, y el gloss rojo en mis labios.
Mi cabello no es tan difícil de peinar, le doy forma con el secador para llevarlo a un lado, dándole un toque rebelde, alborotado, pero bajo control. Termino por colocar perfume y preparar mi bolsa de cuero negro, cuando resuenan unos golpes en mi puerta.
Sonrío, las mariposas revolotean en mi estómago, mientras me dirijo hasta ella.
No importa cuantas personas me provocaron sentimientos antes en mí. Nunca me había sentido tan emocionada por una cita antes, nunca me había sentido de esta forma en general cuando se trata de Edmond, tan nerviosa, feliz, y tan dispuesta a enfrentarme a cualquier cosa. Los latidos de mi corazón son como tictacs de una bomba a punto de estallar, son tan rápidos, tan fuertes, y tan solo por verle ahí, a través de la mirilla.
Abro la puerta, sonriente, y obtengo su preciosa mirada sobre mí, capto toda su atención, desplaza sus ojos por todo mi cuerpo sin perderse detalle alguno. Suelta todo el aire de sus pulmones en un pausado suspiro, lo que me refuerza mi autoestima, mi seguridad, y por supuesto, mi sensual feminidad.
—¡Guao, Brigitte! —susurra, parpadeando, lo que me hace sonreír —Estás increíblemente preciosa.
Me muerdo el labio.
—Gracias... —En sus manos, trae una caja adornada con un lazo dorado, que me tiende —¿Chocolates? —pregunto ilusionada al tomarle.
—Sí, espero que te gusten —Se acerca a mí, dejándome más intranquila en cuanto sus dedos rozan mi mejilla.
—Con frutos secos son mis favoritos —le dejo saber disimulando como me altera su cercanía.
Sus ojos se fijan en ese pequeño gusto que tiene de mí, como si se tratase de una obsesión. Sonrío, saboreo muy levemente mi labio inferior, alimentando con maldad su deseo. Sé cuánto le gusta mi boca, tener su sabor y por ello le tiento.
—Tú te has vuelto mi bombón favorito —coquetea, volviendo a mis ojos, quemándome.
—Pensé que era tu caramelo —juego fingiendo seriedad al alzar una ceja.
Edmond se inclina un poco más, rozando mi boca, a la que obligo a contener el jadeo que nace en mi garganta. Sus manos libres se adueñan de mi cintura, como si pudiese sentir el ligero temblor de mis piernas que amenaza con dejarme caer al suelo. Ya respiro intranquila, tan solo con el parsimonioso recorrido que marca la punta de su nariz por todo el borde de mi mandíbula.
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Sabor a Caramelo (Serie: LIBRO III)
ChickLit***TERCER LIBRO DE LA SERIE AMORES EN ITALIA*** Hace ocho años lo dejé todo por él. Ahora vuelvo a Milán, por amor a mí. Existen sacrificios por amor, pero dejar de amarme nunca fue negociable. Comenzar de cero nunca ha sido una tarea fácil, meno...