Ella era la presa y el cazador que deseaba su sangre, hasta que algo dentro de el le dijo que no. Ella no era su presa, ella era su compañera y terminaria siéndolo, porque no le quedaba de otra opción.
¿Podrán Strix y Abigail ser felices?
Entra y lo...
Cuando me despedí de ella, fue porque sabía que su tío y otro tipo que supongo que será si tío... venían.
La observe desde lejos y vi como les enseñaba la muñeca contenta, cosa que ellos pusieron mala cara e hicieron que mi pequeña princesa, llorará como una fuente. Gruñi, por no podér ir y enseñarles como es que se debe tratar a mi princesa.
Ahora me encuntro con Asher bebiendo en una de mala muerte.
— ¡Le as comprado una muñeca! — Grita impresionado, mientras que bebe de su vaso de whisky.
— Sip.— Afirmó y remarcó la 'p'.
— ¿Le a gustado?— Pregunta con una sonrisa pícara.
— Le a encantado.
— Pues mi cumple viene en un mes... si quieres también puedes regalarme una muñeca, pero a mi de las inchables.— Sugiere y se bebe todo el contenido de su vaso, para después echarse más alcohol.
— Estas salido.
— Por lo menos no voy detrás de una niña.
— Sabes que es mi compañera...
— Que pena la tuya.— Dice haciendo un puchero.— Que tengas compañera y que no puedas usarla. Si yo fuera tu, la rechazaba.— Dice mirando a una morena que le está guiñado un ojo.
Lo más probable es que se a un hombre, convertido en mujer para ganar dinero.
— Si la rechazo, se muere.— Demando.
— ¿Y? Es su vida, no la tuya.
— Que pena el día que encuentres a alguien.— Digo.
— ¿Pena? Pero si soy un bombón de licor.— Dice con arrogancia y le sonrie a la morena.
— Y encima arrogante.— Digo pasándome la mano por el pelo.— Vete con esa morena...
Me interrumpe.— ¡Ostia que si voy a ir!— Grita bebiendo aún más.
— ...que podría ser un hombre.— Continuo y al ver la mueca de asustado en su cara, sonrio.
— Como me salga un hombre...— Comienza a decir, pero lo interrumpo.
— ¿Que?— Pregunta con burla en mi voz.
— Te mató.— Sentencia.
— Pruébala y lo descubrirás...— Digo meneando las manos y poniendo voz tenebrosa.
— Imbecil.— Dice y con un último trago, se levanta del taburete y se dirige al otro extremo de la barra.
— ¡Apuesto cien que es un hombre!— Grito cuando está aún cerca de mi.
— ¡Acepto!— Grita de vuelta.
Va a ser un hombre...
***
El castillo en el que vivo tiene más de un millón de años y aún se mantiene e pie y como nuevo... o bueno no tan nuevo, pero aún sigue en buen estado.
Cuando entro lo primero que hago es ir a la última planta del castillo, - La quinta.- donde se encuentra mi cuarto.
Cuando entro al cuarto lo primero que hago es desnudarme y meterme en la ducha. Dejo que la lluvia artificial caiga por mis tensados y cansados músculos y cuando termino, salgo de la ducha y me enrollo una toalla en la cintura
Voy directo al armario y me visto, para luego escuchar cómo tocan a la puerta.
— Señor.— Dice uno de mis vampiros a través de la puerta.
Abro la puerta y lo encaró, esperando a que hable o haga algo.
— El alpha quiere hablar con mi señor.— Dice sin mirarme a los ojos.
No digo nada, salgo del cuarto y después de cerrar la puerta bajo las escaleras hasta el primer piso, en donde se encuentra mi trono.
Cuando llego lo veo, cruzado de brazos y con el ceño fruncido. Sonrio al saber el porqué de su visita.
— ¿¡Como te atreves!?— Grita cuando me ve y intenta venir hacia mí.
— Que poca educación, lobo...— Digo sentandome en mi trono.— ¿A que as venido? Si se puede saber, claro esta...— Digo haciéndome el tonto y el desentendido.
— ¡A partirte la cara!— Grita como un maníaco.
— ¿A mi?— Me señaló yo mismo.— Pero si no he echo nada.— Digo con inocencia fingida.
— Y esto.— Dice sacando la muñeca de un bolso, que no le había visto. Gruño.— Ves como es tuya...— Sonrie.— ¡Mi sobrina no la quiere, así que te la quedas!— Grita y me la tira a los pies del trono.
No quiero imaginar como se habrá puesto mi pequeña al ver que se la quitaban, porque si me lo imagino... le arrancó el cuello.
— No. Te. Le. Vuelvas. Acercar.— Dice palabra por palabra.
— Haré lo que me da la gana.— Sentencio.— Porque. Ella. Es. Mía.— Digo al igual que el.
— Esto no va a quedar así y yo mismo me voy a encargar de que no te le acerques.— Dice en una amenaza.
— Lo que digas.— Digo dándole la razón como a los tontos. — Pero ella sigue siendo mía y date por seguro que me importará una mierda que seas su tío a la hora de matarte.
Con un último gruñido de su parte, desaparece de mi vista.
No es ni su padre, para mandarme algo...
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