— ¡Strix!— Gritan.— ¡STRIIIIX!
— Callate.
— ¡Estoy enamorada de la humana!— Grita con una sonrisa tonta.
— Bien por ti.— Le digo sentandome en la cama.
— ¡Y tu de la loba!— Sigue gritando.
— ¿Por que gritas tanto?— Le pregunto tapándome los oídos con las manos.
— Prefieres que te lo diga asi; ¡Estas enamorado de la loba!— Grita en un susurro lo último y al ver mi cara comienza a reírse.
Es imbecil.
El imbecil tiene razón...
— Vete con tu humana karateca y déjame en paz, que ya es tarde.— Digo cansando de sus chorradas de enamorada.
— Haber si hacemos una cena de parejas.
— ¿Donde se encuentra el demonio que no quería pareja?
— Se esfumó.— Dice el sonriendo.— Y ahora está la mejor versión e inigualable de Asher.
— Estúpido.
— Bueno, me voy.— Dice levantándose del taburete en el que estába sentado.— Haber si esta noche duerme tranquila.— Suspira.
— Exposala a la cama y cierra el cuarto con llave.— Le sugiero y cuando lo miro, me doy cuenta de que me esta mirando con una sonrisa de mongolo.— Es para que no te pegue ella a ti.— Aclaro y el hace una mueca.
— Ja, ja, muy gracioso tu.— Dice, para luego desaparecer de mi vista.
— Estúpido, demonio.
***
La ventana de Abigail tiene las luces apagadas, así que de un salto me subo al arbol que hay al lado de su ventana, con algo de fuerza abro la ventana y me cuelo por ella.
Allanamiento de morada...
Dice la estúpida vocecilla de mi conciencia, ignorandola sigo mi camino hasta la puerta y salgo del cuarto, para buscar a mi lobita.
Una música al extraña suena por toda la casa y cuando llego a la planta de abajo me doy cuenta de que esta usando el palo de la escoba como micrófono. Alzó una ceja y me quedo ahí mirando como canta, baila y limpia como una loca.
— Cantas muy bien.— Digo en voz alta y como si hubiera visto un fantasma o algo, abre los ojos de par en par y la escoba se le cae de las manos.
No se como, pero la música deja de escucharse con un pequeño mando que ella lleva en la mano y cuando me mira, puedo ver lo roja que se encuentra mi lobita.
Sonrio.
— ¿Que haces aquí?— Pregunta frunciendo el ceño.— ¿Y por que me espías?
— Acabo de venir y como no había nadie en tu cuarto he bajado.— Le aclaro.— Entonces te encontrado aquí... y e decido verte un rato.
— Tenías que haberte quedado en mi habitación...—Suspira.— Menos mal que en la casa no hay nadie.
— ¿Donde están?
— De cena.
— Que eres como la cenicienta, ellos se van por ahí y tú a limpiar.— Le digo con una sonrisa.
— Algo así.— Dice y la sonrisa que tenía antes se borra directamente de mi rostro.
Como es eso... ¿Algo así?¿Eso significa que siempre limpia ella?
— Bueno... sientate en el sofá que yo ya termino.— Añade y le hago caso.
Una vez me siento en el sofá, veo como ella escoba rápidamente el suelo y cuando termina se sienta a mi lado y susurra un ¡Por fin!
— Ya podemos hacer lo que tu quieras.— Dice con inocencia y yo sonrio con malda a la vez que alzó mis dos cejas.
— Pues vamos a hacer travesuras...— Digo cogiéndole la mano y levantandonos del sofá.
Y pues como siempre... escuchamos como la puerta principal se escucha y sin pensarlo dos veces la alzó y haciendo que sus extremidades rodeen mi cuerpo, salgo a correr escalera arriba.
— Por lo pelos.— Dice ella cuando entramos a su habitación.
— No nos hubieran pillado.— Le aseguro.
— Ya.— Dice ella con una sonrisa.
La intento dejar en la cama, pero ella se aferra aún más a mi cuerpo y caemos los dos a la cama. Pongo mis manos a los lados de su cabeza, para no chafarla con mi peso y la miro.
— Mira como hemos acabado, pequeña.— Le digo sonriendo.
— No a sido mi culpa.— Dice ella con el ceño fruncido.— A sido la tuya, que no as tenido la fuerza para mantenernos.
— As dejado caer tu peso cuando e intentado dejarte y a la vez no me as soltado.— Le explico.— A sido tu culpa.— Razonó.
—¿Me estas llamando gorda?— Pregunta indignada.
— No... cariño, tu estás muy bien.— Le digo rápidamente y me mira mal.
— Lo as dicho muy rápido, me estás mintiendo.
— Que no.
— ¡Me estas llamando gorda!- Chilla y comienza a llorar.
Mierda.
— Hey, hey...— La llamo dulcemente.— No estás gorda, estás perfecta...— Le aseguro.—... y no llores, princesa, que si no van a subir.
Ella me mira durante unos minutos y aún con los ojos llorosos, asiente con la cabeza y me abraza con todas sus fuerzas, haciendo que mi cuerpo se pegue totalmente al suyo.
Respira hondo...
Dice mi malvada conciencia y por una vez en la vida, le hago caso.
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Estúpido Vampiro.
FantasyElla era la presa y el cazador que deseaba su sangre, hasta que algo dentro de el le dijo que no. Ella no era su presa, ella era su compañera y terminaria siéndolo, porque no le quedaba de otra opción. ¿Podrán Strix y Abigail ser felices? Entra y lo...