| Cuarenta y tres |

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–¿Enserio?–exclamo demasiado sorprendida –¿Cómo…? ¿Y por qué no llevas camiseta?

Enzo se encuentra asomado a mi ventana y yo me pregunto cómo ha sido capaz de llegar hasta ahí.

Mi hermanastro articula algunas palabras pero, al tener la ventana cerrada, no escucho nada.

–No te oigo.

–Hace frio aquí afuera–chilla y esta vez sí que consigo oírle.

–¿Qué has dicho, spiderman?– Río ante el nuevo apodo que se me ha ocurrido. Enzo me dedica una mirada asesina y yo solo me rio más –Lanza tu telaraña.

Sujeto mi barriga en cuanto me empieza a doler por la risa. Decido no torturarle más y abro la ventana. Enzo salta a mi habitación –Te he querido matar por un jodido mili segundo.

Le echo una mirada de arriba abajo –Suena muy convincente de un chico vestido en bañador.

Se me ocurrió una idea y saco mi móvil.

–¿Qué estás haciendo?– pregunta Enzo perdido.

–Cambiándote el nombre de contacto por spiderman.

–Ja-Ja–ríe falsamente mi hermanastro.


Cuando finalizo, vuelvo a guardar mi móvil y me dirijo a él –Tengo preguntas.

Enzo suspira pesadamente –Tu jodido padre no me ha dejado salir de mi habitación. Quería coger mi ropa, la cual ya se había terminado de lavar, pero él decía que estaba mintiendo y que iba a ir a tu jodida habitación. Tenía razón sobre esto último. Pero ahora no tengo nada que llevar.

–Puedo darte algo de ropa.

–O…–Enzo me echa una mirada de arriba abajo –Puedes quitártela tú también.

Ruedo los ojos riendo –Tengo una camisa que me viene grande, puedes ponértela.

–Me gusta más mi idea.

–Nadie te está preguntando que te gusta más– le guiño un ojo divertida.

(…)

–¿Te viene bien?–le pregunto a Enzo una vez se ha puesto la camisa.

Al verle me doy cuenta de que no es su talla. Él utiliza una más grande y la prenda le queda demasiado apretada y corta.

–Te odio, Nix–me asesina con la mirada,

–La talla s queda bien en ti–bromeo para enfadarlo un poquito.

–No. No lo hace. Así que, ¿Qué vamos a hacer?

–Vas muy gracioso–no le escucho porque no puedo parar de reír.

–¿Ves? Puedo hacer a una chica reír muy fácilmente.

–Nah. Yo creo que es mi ropa la que hace tanta gracia. Tú no la haces.

–¿Perdón?– se pone la mano en el pecho dramando –soy la persona más graciosa del mundo.

Suelto una carcajada –Vale eso si que ha tenido gracia.

¿Mi hermanastro? Mi profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora