Capítulo 26. "Walking in the air"

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Capítulo 26.
Brynn Gilmore

—¡Por favor!

—No.

—¡Por favor!

—Emma, no te acompañare —pongo los ojos en blanco.

—Anda —se deja caer al lado de mí, estamos en su cama—, te prometo que me comportare bien.

—Ese día comienzo mis entrenamientos y si no voy Caitlyn me matara, literalmente.

Emma resopla y se avienta dramáticamente hacia atrás. Se ha molestado porque no puedo ir con ella a un evento de su novio. Al parecer, lo que pensé cuando lo conocí no era tan erróneo. Es líder de una banda de motociclistas muy rockeros, si, de esos imponentes y que te hacen dar un paso atrás cuando se te acercan mucho.

Ni hablar de que es casi igual de alto que Jason, pero es mucho más grande de cuerpo, esta tatuado y el cabello lo lleva largo recogido en un moño.

Si, parece que si sopla en la dirección de Emma la sacara volando.

—Bueno... te perdono porque sé que si ganaras y valdrá la pena que me abandones —dice en un puchero.

—Dile a Doug que suerte —me tumbo a su lado y juego con los hilos que salen de un cojín.

—¿Falda de cuero o pantalón de cuero? No lo sé, ¿tú qué opinas...? Oh, tu top escotado negro me quedaría muy bien, digo, tengo más tetas que tú —alzo las cejas ante su afirmación—... si, se me vería bien.

—¿Mi top? —asiente—. Me críticas y te atreves a pedirme mi top... me sorprendes.

—Yo sí que quiero sorprender a todos, esa noche —me da una sonrisa de loca—. Anda, por favor.

—Está bien —pongo los ojos en blanco.

—¡Genial! Seré la más guapa ahí.

Asiento frenéticamente para darle la razón. Justo al lado de mi cabeza comienza a vibrar, llevo mi brazo hacia allá y sonrió al ver el emisor.

—Creí que nunca vería esta faceta tuya —dice mientras tecleo en respuesta—, es raro verte así.

—Ya.

—Digo, ¿tu amorosa...? no te imagino —levanto la vista del móvil y me encuentro con su cara de pensativa—. De verdad que no.

—Vale, y yo a ti callada tampoco.

Envió el mensaje y vuelvo a jugar con el cojín.

—¿Todavía no me dirás como es que Jason te lo pidió? —se da la vuelta en la cama, queda bocabajo y sostiene su cara con ambas manos, prestando atención.

—Bien —pongo los ojos en blanco—. En una cascada del bosque.

—¡Que romántico es ese hombre! —chilla—. Da detalles.

—Pues solo me lo dijo.

—¿Se arrodillo y todo?

—Estábamos dentro, nadando, no lo podía hacer.

—¿Y a donde te llevo cuando te secuestro? —sube y baja las cejas.

—A una cabaña, también en el bosque, cerca de ahí.

—Apuesto que te dio tu regalo... —me da una sonrisa llena de picardía—. ¡Dios mío! ¿pues qué te hizo? ¡Te has puesto roja!

Oh, no. Me siento sonrojar.

—Eso no es verdad —trato de ignorar que siento caliente la cara.

—¡Si!

—Que no.

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