Capítulo 8. "Anhelo"

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Capitulo 8.
Brynn Gilmore


Mis parpados luchan por permanecer abiertos y así poder acostumbrarme a la luz de la habitación. De reojo, veo como Jason va de un lado al otro, mordiéndose las uñas de la mano derecha y mirando fijamente el suelo. No se ha enterado que ya he despertado.

El dolor que está por mi abdomen es indescriptible. No se que me ha pasado, no se si me he roto algo o si estoy hecha mierda por dentro. Solo se que me golpearon como si no un hubiese un mañana.

Estoy harta de desmayarme y despertar en camas de hospitales.

La garganta comienza a picarme, provocando que tosa y en el intento chille del dolor. Aprieto con mi brazo mi abdomen y apuño los ojos del dolor.

—¿Estás bien? —niego, mientras todo comienza a darme vueltas.

Tardo en recuperarme, pero cuando lo hago, Jason se acerca con un pequeño vaso con agua, se sienta en el borde de la cama y coge mi barbilla para ayudarme a beber.

—Gracias.

—¿Cómo te sientes?

—Mal —resoplo—. ¿Cuándo me podre ir?

—Hasta que te recuperes un poco más —deja el vaso arriba de un monitor.

—¿Qué hora es?

—Las tres de la tarde, creo.

Mi cabeza colapsa cuando trato de adivinar de que día. He perdido la noción del tiempo desde el jueves a las cinco de la tarde.

—¿Qué día es?

—Sábado —susurra, viéndome fijamente—. Escucha, vendrán unos agentes dentro de poco para interrogarte y hacer el expediente de investigación, ¿si?

Asiento, un poco mareada.

—No te fuerces a recordar nada, necesitas estar tranquila.

—Dudo que vuelva a estarlo algún día.

Se sienta en el banco junto a la cama, sube las mangas de su camisa hasta sus codos y suspira. Mal momento para que me recuerde lo mucho que me gustan sus brazos. Jason se mira agotado, su semblante es triste y sus ojeras protagonizan toda la atención de su rostro.

—¿Cómo está Maia?

—Maia está bien, me ha avisado Brenda que ya ha comido —ladea la cabeza, con una leve sonrisa—. Dentro de poco ya estarás con ella.

—¿Tu... has estado con ella, estos días? —asiente.

Y mis músculos se relajan.

—Pase todo el jueves con ella y ayer también.

—Gracias.

—No me las des, es mi hija... —sostiene la mirada por unos segundos antes de bajarla y buscar mi mano con la suya—. Bry, yo... solo quería ped...

Detiene la frase cuando escuchamos la puerta abrirse, se incorpora como rayo y se pone de pie. Tardo en girar un poco mi cabeza hacia la puerta donde están entrando dos policías, un señor de traje y un chico con un portátil cerrado bajo el brazo.

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