Capítulo 6. "Perdonarla"

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Capitulo 6.
Jason Beaumont

La puerta se cierra en mi cara. Un sonido seco y fuerte. Solo eso me hace reaccionar, entrar en razón. Darme cuenta de lo que acaba de ocurrir. Lo que acaba de estallar. Lo que acabo de provocar y mandar a la mierda.

Ahora si la has cagado bastante, baboso.

Unos leves sollozos se escuchan tras la puerta, mi cuerpo actua primero y por impulso me acerco, al pegar mi oreja a la puerta me entran unas ganas de que alguien vuelva a golpearme. Mi mano actua, coge el pomo, pero mi razonamiento me hace alejarla. Bajo los peldaños, diregiendome a toda velocidad a la camioneta para aislarme.

Suspiro. Uno, dos, tres...

—Maldita sea... —susurro, lleno de coraje.

Aprieto los ojos al igual que mis manos que están por el volante. Bufo, bufo bastante hasta parecer toro. No puedo más. Había logrado algo esta tarde, tal vez bajar esa muralla, ignorarlo por Maia. Pero la he liado bastante mal. Enciendo la camioneta y dejo que mi modo automático me lleve hacia donde quiere llegar.

Saco las llaves, pero antes de bajar, pienso dos veces en hacerlo. Si voy a casa, puede que destroce media de esta estrellando todo contra el piso y las paredes. Que ya ha ocurrido. Toco el timbre de la casa color marfil, ubicada en una de las mejores zonas y reconociendo que la persona que vive aquí es la única que puede aconsejarme y ayudarme.

—¿Amor mío? —canturrea en cuanto abre la puerta.

—Hola.

—¿Qué ocurre? —me repasa con la mirada, de pies a cabeza.

—Solo... necesito tranquilizarme.

—¿Acaso quieres un polvo? —sube y baja las cejas, con picardía, pero al ver mi cara de destruido, se quita de la puerta para dejarme paso.

Me voy directo al salón, como si fuese mi casa. Pero antes de sentarme en uno de los sofás, Ted pone una mano sobre mi hombro y me dice que vayamos mejor al jardín. Pasamos el ventanal y nos vamos a sentar a donde esta una pequeña sala exterior.

—¿Qué pasa? Te ves hasta enfermo.

—Pasa que soy un idiota, Ted —desesperado, saco un cigarrillo de la cajetilla que siempre esta en mis vaqueros.

—Vale, pero necesito contexto.

Enciendo el cigarrillo y lo llevo a mis labios para aliviar la ansiedad. Una calada, dos caladas, poco a poco saciando mi nerviosismo. Poco a poco destruyéndome, jodiendome.

Y lo se, pero parece no importarle a la voz que me grita para que me encienda una cada cinco minutos.

—Fui a cenar con Brynn y Maia... todo iba bien, en serio —alzo la cabeza para verle, esta en el sofá de adelante, prestando atención—, pero... al llegar a su casa la he tratado mal.

—¿Qué le has dicho?

—Lo suficiente para que me dijera que me odia, me abofeteará, llorará y me dijera que está harta y no me quiere ver.

—Madre santa...

Los ojos de Ted se abren a su máximo, su expresión es de asombro al principio, luego solo hay confusión. Sacude la cabeza y sube los pies a la mesa de centro.

—¿Y cómo por qué le has dicho todo eso si venias de una cena agradable con ella y tu hija?

—No lo se.

—Si lo sabes, Jason.

—Puede que... me haya cabreado porque... ¡joder! Es que no logro no poder comportarme como un patan cada que ella me hace saber que sufrió todo este tiempo, me parece tan ilógico y estúpido, pero... una parte de mí sabe que es cierto, pero no puedo aceptarlo.

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