Capítulo 23. "Noria"

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Capítulo 23.

Jason Beaumont.

—¿En qué puedo ayudarle, señorita?

—¡Estás loco!

«Por ti..., si, algo, así me estas poniendo»

Me dejo caer en el sofá con el mando del televisor en la mano para bajar el volumen.

—Gracias, igualmente.

—Jason...

—Si.

—Gracias... en serio, me encanto.

—Esa era la idea.

Llevo mi mano detrás de mi cabeza. Quedando con el móvil en una oreja y la mirada en el techo.

—Jamás olvidaras lo de Brillarás, verdad.

—Jamás —sonrió mientras lo digo.

—¿Piensas explicarme lo de la carta?

—No hay mucho que explicar... es lo que está escrito.

—Ahg... te odio.

Me rio al escuchar el tono de desesperación en que lo ha dicho.

—Significa que siempre brillas y brillarás, aunque haya oscuridad. Tienes ese destello que es incapaz de ser ignorado. Eres como la luna en todo tu caos, eres ese cuerpo celeste que es capaz de brillar aun en medio de la oscuridad.

—¿Y cuál es mi oscuridad?

Doy un largo suspiro antes de contestar. Probablemente su oscuridad sean sus propios pensamientos, ese caos constante en el que ella vive. Que, aunque ella se sienta incapaz de brillar porque no hay una fuente de luz para que pueda hacerlo, tal vez si la tiene, solo que no es capaz de darse cuenta cual es, tal vez por miedo a reconocer ciertas cosas. Pero ella brilla por fases.

Y nosotros sus expectantes nos damos cuenta de todas ellas, puede que a veces Brynn sea una luna menguante u otras veces la luna llena. Todos nos damos cuenta de ello porque es imposible no dejarte deslumbrar por su brillo.

Aunque ella se crea que es una luna nueva.

—Tus pensamientos... pero no hay momento que no brilles, solo cambias de fase, igual que la luna.

—¿Ahora eres astrologo? —me uno a su risa—. Vaya.

—¿Te gustó el libro?

—Me encanto, ¿Cómo sabias que llevaba tiempo buscándolo en librerías junto a Dylan?

—No lo sabía.

—Pues ahora lo sabes, seré la envidia de Dylan.

—Podrías prestárselo.

—No, gracias.

—Bueno, intente intervenir por ti, Dylan —su risa suena por la línea.

—¿Tuviste entrenamiento hoy?

—No, hasta mañana... —frunzo el ceño—. ¿No te sabes los días de entrenamiento de Harry?

—Con trabajo se me los míos, así que no.

—¿Y tú que hiciste hoy?

—Fui de compras con Brenda.

Uh, tarde de chicas.

—Sí, tarde lejos del idiota de Harry.

Me carcajeo y niego.

—Amas demasiado de tu hermano.

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