|53: Sonrisas y Lágrimas|

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[Omnisciente pov.]

El rey de las tinieblas observaba como su hija bailaba con su, ahora, esposo mientras que aquellas llamas parecían mezclarse teniendo tonalidades moradas. Veía como ella sonreía y esa sonrisa llegaba hasta sus ojos mientras que el peliazul la miraba como si ella misma fue quien colgó las estrellas y luna. No había duda alguna que él la amaba, y Azazel a pesar de que jamás lo admitiera en voz alta le caía bien el hijo de Satán.

Con un sentimiento agridulce tomó un poco de aquel vino que estaba en su copa para seguir observando como la pareja bailaba dejando un rastro de pequeñas flamas cada vez que Rin hacía girar a _________.

—"¿En que tanto piensas?"—Cuestionó Fernzaelí sentándose a lado de su hermano. Azazel se encogió de hombros.

—"Jamás creí presenciar este momento si te soy sincero. Pero aquí estoy, viendo como mis única hija es genuinamente feliz y pudo experimentar lo que es el verdadero amor."

Fernzaelí miro a Azazel, y en ese momento solo por unos breves segundos pudo ver a Haniel, aquel arcángel de cabello blanco revoltoso y ojos dorados con hojuelas ámbar. La deidad soltó una pequeña risita llamando la atención de su hermano, quien lo miró con una ceja arqueada.

—"Pues yo creo que aunque no se hubiera casado o encontrado a su pareja, la pequeña aun hubiera experimentado el verdadero e incondicional amor."

—"¿Enserio?"

Fernzaelí asintió tomando un poco de aquel vino.—"Pues claro, tú eres su padre ¿no? Desde que recuperaste tu humanidad no has hecho nada más que enseñarle y mostrarle a _______ cuanto la amas justo como su mamá hubiera querido."

Azazel no dijo nada pero esas palabras lograron animarlo un poco más pero aún así necesitaba un momento para él solo. Con la copa en mano empezó a adentrarse al bosque pues el patio trasero de la casa de Fernzaelí donde la recepción y fiesta se estaba llevando acabo estaba a solo escasos metros de aquel lugar. Estaba perdido en sus pensamientos hasta que una pequeña luz verdosa la cual parecía parpadear de vez en cuando llamó su atención.

Era una pequeña luciérnaga la cual volaba animadamente enfrente de él solo para después circularlo y postrarse en su mano.

—"Vaya, supongo que no soy el único solo en esta noche."—Murmuró viendo como aquel pequeño insecto brillaba en su mano.—"¿Dónde esta tu enjambre? Es raro ver solo a una luciérnaga."

La luciérnaga estaba brillando y después emprendió vuelo solo para después detenerse y antes de que Azazel decidiera regresar a la recepción, un brillo dorado hizo que se quedara totalmente congelado. Justo en frente de el se encontraba una mujer con cabello castaño ondulado el cual le llegaba a la cintura, vestía un vestido de color blanco el cual parecía tener un brillo singular bajo aquella luna y aquellos ojos color esmeralda solo le quitaron el aliento.

—"Pero mira nada más, no has cambiado ni un poco Azazel. Sigues igual de guapo."

Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas mientras observaba como Río Akabane se lanzaba a él, abrazándolo por el cuello. Azazel se congeló en su lugar y por unos breves segundos creyó que era un sueño del cuál no quería despertar. Podía oler aquel aroma tan familiar de ella, como si el mismo sol la hubiera bañado al igual que azucenas y jazmines.

La abrazo fuertemente y enterró su rostro en el espacio entre su hombro y cuello y podía sentir como sus piernas parecían flaquear.

—"En verdad eres tú. Lo lamento, lo lamento tanto Río no pude salvarte y nuestra pequeña, ella creció sin ti, creció sin mí yo-..."

—"Cállate y bésame."

Y antes de que el rey pudiera hacer algo, Río estampó sus labios contra los de él proporcionándole un cálido y apasionado beso. Éste solo pudo abrazarla más contra su cuerpo.

—"Mamá."

Al escuchar la voz de su hija, ambos se separaron y la mujer fue rápida en tomar a su primogénita en sus brazos dándole un casto beso en su frente y después en su coronilla. _______ sorbió un poco su nariz pero una sonrisa empezaba a aparecer en su rostro mientras tomaba las manos de su madre solo para ver a su padre, este aun tenía varias lagrimas correr por sus mejillas.

—"¿Cómo es esto posible? Tú... Tu estas-..."

—"Muerta, lo sé mi niña pero no iba a perderme la boda de mi única hija."

—"¿Cómo lograste venir aquí mamá? Digo te tuvieron que dar un permiso especial o algo así ¿no?"

—"El hermano de tu papá, siempre a tenido un corazón de pollo cuando se trata de Azazel."—Dijo la mujer con una sonrisa observando a su pareja e hija.

—"¿El tío Fern?"—Preguntó _______ a lo que Azazel negó.

—"Esta hablando del pomposo de Miguel, recuerda que antes de caer eramos arcángeles bestia. Miguel es mi hermano, junto con Uriel y Ariel ya que fuimos hechos con el mismo núcleo de estrella y gracia."

La castaña asintió comprendiendo solo para tomar las manos de ambos padres arrastrándolos a la fiesta donde ella se hizo cargo de presentar a su madre a sus amigos y a su, ahora, esposo. La fiesta siguió, el ambiente era más que agradable y Rin no pudo evitar sentarse al lado de Río mientras Azazel bailaba con su hija.

—"Cuídala mucho por mi ¿si? Eres un buen muchacho Rin, y se que la vas a cuidar y hacer feliz."

—"No tiene nada de que preocuparse."

—"Sabes,"—Dijo con una sonrisa para después mirarlo.—"Conocí a tu madre, una mujer alegre y compasiva. Creía, al igual que yo, que los demonios no son necesariamente malos. Que hay cierto balance del porqué existen y de cierta manera conviven con nosotros."

Rin guardó silencio por unos segundos para después preguntar;

—"¿Ella esta bien?"

—"Por supuesto que sí, siempre esta cuidando de ti y de Yukio solo que no pudo venir porque bueno, Satán no tiene su humanidad como Azazel y teme que haga alguna abominación si siente su alma. Pero Yuri esta más que bien."

Y con esas palabras algo dentro de Rin por fin pudo sentir tranquilidad.

|¿Quizás Sea Para Siempre?| [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora