|32: El Dolor del Descendiente|

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[Omniscient pov.]

Las llamas color azul y rojas iluminaban por completo aquella noche, reviviendo varios recuerdos de hace 16 años. El bosque se quemaba ya que ambas llamas arrasaban con todo a su paso. La pelea de Rin contra Amaimon se volvía más salvaje.

—"¡ESO ES HERMANITO! ¡DAME CON TODO TU PODER!"—Gritó el peliverde. Acción seguida, Rin le proporcionó una parada en su centro haciéndolo sangrar y estamparse contra los árboles.

La pelea era incontrolable, las llamas azules ardían con las emociones del hijo de Satán mientras que por otro lado, la hija de Azazel trataba de sacar a sus compañeros y profesores del peligro.

—"¡Vamos! ¡Por aquí!"—Exclamó la castaña abriendo un paso seguro entre las llamas. Las sombras siseaban creando aquellas paredes lo suficientemente altas y fuertes para que pasarán.

No cuestionaron sus habilidades y rápidamente se movían evitando ser quemados gracias a las habilidades y el control de ________. Sin embargo, a esta última le asfixiaba el hecho de que su contraparte no podía tomar el control de su humanidad tanto era su concentración en salvar a sus compañeros y amigos que ni siquiera noto la presencia de Mephisto, gozando del show a las alturas.

—"Veo que esto te divierte, Mephisto."

El susodicho al escuchar esas palabras se congeló en su lugar, la taza de té aun en su mano.

—"Fernzaelí."

Mephisto tragó en seco girandose para encarar a la deidad. No había cambiado en nada desde aquel pequeño encuentro que ambos tuvieron pero aun así Mephisto no podía leer a Fernzaelí. Era igual de impredecible como su hermano.

La deidad no dijo nada, su mirada estaba clavada en las ardientes llamaradas con las que el bosque se estaba cubriendo. Podía ver también como Rin peleaba contra Amaimon, tenia que hacer algo pero no era su lugar. Además, alguien más iba a intervenir; lo podía sentir.

Mientras tanto, _________ dejaba a Konekomaru en el suelo cuidadosamente este último se alejó como pudo de ella. Todos la observaban pues verla en su forma demoníaca aún era difícil de acostumbrarse.

—"Tengo que detener a Rin. Su humanidad sigue ahí pero tengo que hacerlo regresar a sí."—Dijo ella tomando su lanza. Yukio traía a Shiemi en sus brazos mientras que sus compañeros la observaban expectantes.

—"Si crees poder lograrlo,"—Empezó Shura acercándose a ella.—"Hazlo, yo me encargaré de cuidarlos a ellos."

Y eso hizo. ________ se adentró a aquel ardiente bosque gritando el nombre de su alma gemela tratando de llamar su atención. Había descubierto la habilidad de levitar un día cuando estaba por caer de la azotea en un intento de salvar a un gatito, no la había dominado del todo pero algo era más que suficiente.

—"¡RIN, ESCUCHAME POR FAVOR! ¡ESTE NO ERES TÚ!"—Gritó. Levitaba a duras penas a aquella altura pero no iba a darse por vencida, tenia que traer a Rin de vuelta.—"¡RIN, ESTOY BIEN REGRESA A MÍ! ¡REGRESA A NOSOTROS!"

Pero era como si Rin fuera sordo. Él seguía atacando sin piedad a Amaimon quien a duras penas le seguía el paso dándose cuenta del por que su padre se empeñaba con él. Rin era poderoso, y aunque a Amaimon le doliera, era mucho más poderoso que él. El demonio peliverde estaba tratando de seguirle el paso a su hermano menor pero en un descuido Rin logró tomarlo del cuello y ambos empezaron a caer, los dos ardiendo en aquellas llamas azules.

Era como si un meteoro azul y brillante se estampó contra el suelonde aquel bosque, solo que este meteoro era Amaimon y encima de él, Rin. La castaña aterrizó a su lado un pequeño jadeo de sorpresa salio de sus labios al ver como el peliazul apretaba con fuerza el cuello de Amaimon, este último estaba inconsciente.

|¿Quizás Sea Para Siempre?| [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora