Mi padre tenía conocimientos médicos, y lo maldije por ello.
Sabía en qué parte de mi cuerpo golpear, con qué objeto y con qué fuerza para que las cicatrices se borraran. Gracias a él, no podré tocar el arpa durante un tiempo.
No tenía idea de que lord Karlo había mandado cartas hasta que mi padre descubrió a Vicente ocultándolas. He de admitir que fue un lindo gesto de su parte pero me habría gustado leerlas. Igual ya no importaba. Ayer en la mañana mi padre había entrado a mi habitación obligándome a responderle. Me negué, claro. Y el costo fue el insoportable dolor en las manos, abrió mis heridas que estaban sanando después de enterrarme mis uñas debido a las pesadillas que solía tener.
Apenas y pude escribir, tuve que tirar varias hojas. Estuve a punto de poner que no quería volver a saber de él pero mi padre permaneció a mi lado dictándome palabra por palabra y vigilando que mi escritura fuera correcta. De verdad lo detestaba. Y sentía culpa por ello. Nunca había odiado y despreciado tanto a un hombre. Eso me convertía en una horrible persona porque al final, él era mi padre. Llevaba su sangre.
Alguien dio unos golpes a mi puerta.
—¿Mi lady? El señor Ravel está aquí.
—En seguida bajo, Theodora. Gracias.
Miré mi rostro, desarrugué un poco mi vestido y me aseguré de que mis guantes estuvieran bien puestos.
Incluso con abrir la puerta, me dolía.
Bajé los escalones y ante mi fue apareciendo la silueta del señor Karlo Ravel. Estaba de espaldas mirando una pintura mía.
Iba vestido elegantemente con una chaqueta larga, pantalones lisos negro y sombrero de copa. Supongo que escuchó mis pisadas al entrar en la sala porque se giró a verme. Sostenía un ramo de flores, hizo una leve reverencia mostrando una sonrisa ladeada.
—Veo que su salud ha mejorado, señorita Victoria. Espero no haber llegado en mal momento.
Sonreí no muy entusiasmada. Esperaba que no notara tal descortesía pero no podía fingir que me alegraba verlo. Mis mente seguía abrumándome con mi futuro. El hecho de ver a Karlo frente a mí, imaginándomelo como mi esposo, me causaba terror. Conocía tan poco a ese hombre que su integridad impecable me hacían dudar sobre quién era realmente. Ante Vicente era una persona despreciable, y ante mi padre era un hombre digno de mí. Él veía su estatus, poder, dinero. Pero ¿y mi hermano? ¿Qué conocía él de su familia que se negaba a compartir?
—Esas flores son hermosas —comenté. Una de las sirvientas se acercó a Karlo y este las entregó—. Ponlas en un buen florero, por favor —Ella asintió y salió del lugar—. Tome asiento.
Me senté en el sillón frente a él. Theodora sirvió dos tazas de té y permaneció a mi lado. Esperaba que el señor Karlo no se sintiera incómodo por su presencia, pero supongo que debía entender que como era mi acompañante no podía dejarme sola con un hombre.
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Tríada oscura #1: El juego de Karlo Ravel
Mystery / ThrillerKarlo Ravel manipula a las chicas; las hace jugar su juego hasta que terminan muertas o enloquecidas, son sus piezas de ajedrez, como dice él. Y nadie puede culparlo porque al final, él sólo es un espectador disfrutando de su show. Le gusta retarse...