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Ya casi es Navidad así que como agradecimiento por su increíble apoyo, les dejo otro capítulo. Gracias por todo. Pásenla bien, disfruten, y espero que mi historia siga regalándoles un poco de entretenimiento (y algo de drama a su vida, suspenso y romance).



—My lady, disculpe mi atrevimiento pero sólo estoy preocupada. ¿Se encuentra bien? Estos días parece estar muy nerviosa, ¿algo le preocupa? Se toma varias tazas de té al día de lavanda o valeriana. Si en algo puedo ayudarla, por favor, hágamelo saber.

Alcé la mirada hacia Theodora y en su semblante estaba plasmado la preocupación. Las arrugas en sus ojos y frente se notaban, las mejillas estaban pálidas y sus labios apretados. Sonreí y amablemente tomé sus manos entre las mías. Agradecía la calidez que ella me había brindado desde que llegué aquí.

—Estoy bien, Theodora. Sólo estoy pensativa por el evento. No quisiera que algo saliera mal —mentí.

La verdad es que Román seguía dando vueltas en mi cabeza. Él, nuestro encuentro, su amante y el hecho de que me dirijo al palacio Buckingham dónde él pintará mi retrato.

—¿Cómo puede tener tan poca confianza, mi lady? Es una dama encantadora y talentosa, lo hará muy bien. Además el joven Nikolas, por lo que he escuchado, es un buen músico. Así que harán un excelente dúo.

Agradecí sus palabras y cambiamos de tema a una conversación más trivial hasta que el carruaje se detuvo a la entrada del palacio. Un guardia se acercó, mostré la ficha de oro y nos abrieron las puertas.

—Espero ver su retrato pronto. La estaré esperando.

—Gracias, Theodora.

Asentí y seguí al guardia que estaba esperándome. En cuanto me alejé solté el aire que había estado conteniendo, jugué nerviosamente con la tela de mis guantes mientras sentí el corazón a punto de salirse de mi pecho. Intenté controlar mi respiración, ¿el guardia podía escucharla? ¿Estaba siendo muy ruidosa?

Tragué saliva y mantuve mi compostura.

¿Qué se suponía que debía decirle a Román? Es más, ¿tenía que decirle algo? ¿No es él quien me debe una explicación? Y si mi sospechas son ciertas y él no tiene recuerdos de mí, ¿entonces qué hago? ¿Me resigno, intento hacerle recordar o soy directa y le pregunto al respecto...? No, esto último no es la mejor opción. Cuando lo vi en esa noche lluviosa me miró desconfiado, frío y sin la vacilación de querer matarme. ¿Podría haberse metido en problemas durante todo este tiempo? El Román que yo conocía nunca hubiera reaccionado así en esa situación, primero habría intentado hablar conmigo y aunque yo me hubiera negado nunca se le habría cruzado por la mente matarme.

El guardia se detuvo en una de las salas, abrió las puertas y me hizo un ademán para que entrara.

—Por favor, lady Victoria. El señor Sevilla se encuentra adentro. Estaré justo aquí si necesita algo, su Alteza la princesa me ordenó estar a su disposición.

Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora