Desperté y lo primero que vi fue la blanca pared del techo de la casa de Agatha.
—Señorita Victoria —un joven de cabello rubio tapó mi vista, sonriéndome. Era Nikolas Ravel.
Me incorporé al instante sintiendo un leve mareo. Me sujeté la sien. Antes de siquiera preguntar lo sucedido, llegaron a mi mente las imágenes de Román, su vestimenta, su parche y su mirada. De nuevo el corazón se me aceleró, pero logré ocultar toda la confusión que sentía. Tenía que preguntarle a Agatha sobre él, tenía que asegurarme que esto era real. No podía soportar que estas alucinaciones estuvieran empeorando.
—¿Todo bien? —Inquirió, de pie frente a mi, arrugando el entrecejo.
—Sí, gracias. Lamento las molestias, lord Nikolas. ¿Dónde está Agatha?
—No es nada. Su amiga dijo que regresaba en un momento. ¿Debería llamar a un doctor? Se ve muy pálida, conmocionada; por la dureza de su voz asumo que está esforzándose para que lo pasen por alto y sus clavículas son más notorias de lo normal, aprieta muy fuerte su mandíbula. ¿Alguien intentó hacerle algo? De ser así...
—Estoy bien —corté, sorprendida por su observación. Él parecía complacido con mi incomodidad, quizás ya era de familia—. Le agradezco sus atenciones.
Lord Nikolas no dejaba en duda que era apuesto, y al igual que su hermano, era demasiado directo al hablar. Aunque él tenía más elocuencia y una voz más formal, no tan burlesca como Karlo. También era más refinado en su vestimenta, sus zapatos estaban perfectamente boleados, vestía con una impecable combinación de colores café, negro y un azul casi oscuro como corbata; él sí se tomaba la molestia de peinarse sujetando todo su cabello hacia atrás. Y por su postura me atrevía a suponer que era un amante del orden y la limpieza.
Agradecí que en ese momento apareciera Agatha. Entró de prisa a la sala y al verme despierta, corrió hacia mí.
—¿Estás bien, Victoria? ¿Qué te pasó?
Antes de decir nada, lord Nikolas se adelantó:
—Físicamente ella se encuentra bien, aunque desde esta distancia puedo escuchar sus fuertes latidos. Te aconsejo llevarla a casa una vez que se calme. Con gusto las acompañaría pero me parece que la señorita Agatha tiene cierto desprecio por los Ravel.
Agatha le lanzó una mirada asesina mientras que él mantuvo su actitud relajada y educada.
—Qué atento de su parte, lord Ravel, pero ya puede retirarse. Helga —llamó hacia el comedor. La anciana de cara redonda se acercó. No lo había visto, pero al parecer llevaba ahí desde que desperté—, por favor acompaña al caballero a la salida.
Nikolas mostró una sonrisa ladeada, asintiendo.
—Antes de irme, dígame, ¿quién le dijo que unas veladoras ahuyentaban la mala suerte o maldiciones? —Agatha abrió los ojos, sorprendida. Yo no sabía a qué se refería. Él rio.
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Tríada oscura #1: El juego de Karlo Ravel
Mystery / ThrillerKarlo Ravel manipula a las chicas; las hace jugar su juego hasta que terminan muertas o enloquecidas, son sus piezas de ajedrez, como dice él. Y nadie puede culparlo porque al final, él sólo es un espectador disfrutando de su show. Le gusta retarse...