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Victoria era tan inteligente como misteriosa. Y esto último nunca pensé que se podría aplicar a una dama. Creí haber investigado todo de ella pero ahora comienzo a dudar si hay algo que están ocultando. Ella podía esconder bien lo que piensa y cómo se siente, sin embargo, fue triste ver que su frialdad iba decayendo dejando al desnudo a una mujer vulnerable.

No quería que mi reina fuera débil. No podía permitir que se convirtiera en un peón como las otras, ella no era así.

Estaba dispuesto a descubrir la causa de la vulnerabilidad de Victoria, si es que la había. No creía que por obligarla a ser mi esposa ella estuviera tan mal. Su padre era controlador y poco amable, su relación parecía muy mala, contrario a lo que mostraban en sociedad. Ella no me explicó nada, de su boca no salió ninguna palabra pero en sus ojos lo vi todo.

Vi la impotencia y la frustración, la ira y la decepción. Eran sentimientos que estaban en mi poder. Si Victoria me explicaba lo que estaba pasando, podría convertir todo eso en alivio y agradecimiento. Debo mostrarle que no soy la razón de su sufrimiento... Al menos no todavía.

Por la ventana vi cómo Victoria cruzaba apresuradamente la calle y su padre corría tras ella. Creí que estaba huyendo pero en cuanto llegó al otro lado, se detuvo. No sabía bien lo que había sucedido, pero el Conde pareció decirle unas palabras y luego ambos regresaron.

—Perdone, señor Ravel —dijo el Conde entrando a la sala—. Le estoy dando una pésimo imagen de la educación de mis hijos, ¿no es así?

Reí y me puse de pie.

—A mi parecer Victoria es una dama con modales, según me dijo podría tener secuelas de su enfermedad —La voltee a ver. Ella sonrió. Esta vez no estaba fingiendo—. Bueno, yo debo irme. Fue un placer, Conde.

—¿Está seguro? Lo podemos llevar al Hospital.

—Créame que he recibido golpes peores que este. Nos estaremos viendo —Camine hacia Victoria que aún mantenía su expresión avergonzada por lo que había pasado—. Pronto recibirá un carta mía, no deje que su hermano la esconda.

 Pronto recibirá un carta mía, no deje que su hermano la esconda

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Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora