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Pasó una semana cuando me llegó una carta de Lord Karlo.

Todavía sentía vergüenza por el comportamiento de mi hermano. Después de eso no hemos hablado, yo aún sigo molesta por su intromisión y él detesta que no me haya puesto de su lado. Al día siguiente intenté escribirle para disculparme, pero sigo sin poder expresar en palabras lo que siento. No he podido concentrarme ni aclarar mis ideas.

Mi padre me regañó después de salir corriendo. No era mi intención aparentar que huía del problema. Es sólo que verlo a él, a Román, frente a mi ventana al otro lado de la calle me hizo perder la razón. Después de aquella trágica noche hacía tantos años, su recuerdo seguía persiguiéndome. Y habían pasado un par de años desde la última vez que lo vi.

Luego de un tiempo me acostumbré a que su presencia no era real, que era mi propio dolor transformando mi tristeza y añoranza en una viva imagen. Aprendí a ocultarlo, a disimular. El amor que alguna vez le tuve no eran mas que cenizas de sangre y lágrimas. Mi padre nunca se enteró que su perfecta hija tenía la mente dañada. Sería un escándalo, me mandarían al manicomio y Dios sabe qué me harían. Mi vida estaría arruinada.

Caminaba de un lado a otro en la habitación, un tanto nerviosa sin saber porqué. En unos minutos llegaría lord Karlo, habíamos acordado en salir. ¿Estaría nerviosa por verlo? He de admitir que su presencia me inquietaba, pero era un inquietud curiosa y agradable.

Me gustaba su descaro y su caballerosidad. Era una combinación que nunca había visto en alguien. Y esa pícara sonrisa era algo característico de él.

Aún estaba dudosa si lo veía como objeto, algo que quisiera seguir analizando hasta llegar al fondo de sus secretos. Una dama no debería pensar así, pero Lord Karlo me causaba morbo.

A pesar de mi admiración hacia su persona, nunca expresé tal emoción. He aprendido a mantener mis sentimientos ocultos y mis pensamientos silenciosos. Sin embargo, de vez en cuando olvido ser una dama ejemplar y prefiero ser un poco descarada. Y al parecer, eso es algo que le gusta a Lord Karlo.

Alguien dio unos golpecitos a mi puerta.

—Mi lady, el carruaje ha llegado.

—Mi lady, el carruaje ha llegado

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Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora