Algo brilló en sus ojos.
Noté su sorpresa, su esfuerzo por ocultar su sonrojo y la timidez, que ahora hacía presencia, después de tanto tiempo escondida en las sombras. Estaba siendo testigo de una nueva lady Victoria Salazar. Por fin había podido llegar a esa inconfundible mirada que tanto admiré en las demás mujeres. Esa mirada era el inicio de su desastre, las chispas del incendio apenas empezaba. Me gustaba llamarla los ojos de la perdición.
No era más que una simple mirada furtiva donde al escucharme, ellas desvían la mirada de inmediato porque le han gustado mis palabras. Es como si intentara ocultar su interés, pero sin evitar volver a mirarme.
Es un gesto inconsciente en las féminas, pero es encantador. Me fascina. No hay mujer que no la tenga, y si la hay, es porque no ha tenido la fortuna de conocer al hombre que diga las palabras correctas para provocar esa sensación. Lo he visto, es una maraña de nervios, asombro, admiración y atracción. La mujer quiere esconderse y a la vez quedarse, quiere escuchar más evitando mostrar alguna emoción de interés.
Y era tal cual se encontraba Victoria, con su elegancia de siempre. La espalda recta, el rostro impasible, la mirada en todo menos en mí, sus manos entrelazadas. Y los nervios devorándola.
—Discúlpeme.
Ahora debía mostrarle que noté su expresión y fingir que no sé leerla, fingir que no sé que le ha gustado. Era una simple disculpa. La miraba, y ella a mí, como si intentara decirme que no tenía porqué disculparme y la vez, incapaz de decir nada. No podía hacerlo sin delatar sus verdaderos sentimientos, estaría confesando que mis palabras han sido de su agrado.
Yo estaba imperturbable con una incomodidad notoria que realmente no sentía. No hablaría más, debía ser ella la que tendría que venir a mí. Si me permito ser yo el que siempre voy, ella pensará que me tiene, que soy un hombre que puede ser conseguido por cualquier mujer. No es la apariencia que quiero dar, sino más bien, que sepa que a pesar de que tengo miles de opciones, yo la sigo escogiendo a ella... Aunque algún día, si sigue resistiéndose, terminaré por dejarla... Eso es lo que tiene que pensar.
Y entonces, en medio de nuestro tenso silencio, ella rio. De solo escucharla sentí mi corazón acelerarse. Su risa era dulce, inocente. Era una escuchar una melodía, era sentir el amanecer.
—Es de los pocos hombres que sabe usar bien las palabras —dijo tranquilamente.
—¿De los pocos? ¿O el único?
—Sinceramente, conozco personas que son mucho más hábiles que usted. Sin embargo, no niego que tiene talento.
—Parece creer que lo que digo es mentira.
—Lo es —respondió al instante—. Seguro lo tenía ensayado, no fue algo espontáneo.
—¿Qué le hace pensar que fue ensayado? ¿Cómo podía predecir que estaríamos en esta situación? Y aunque lo fuera, ¿no valen más mis palabras si fueron ensayadas?
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Tríada oscura #1: El juego de Karlo Ravel
Mystery / ThrillerKarlo Ravel manipula a las chicas; las hace jugar su juego hasta que terminan muertas o enloquecidas, son sus piezas de ajedrez, como dice él. Y nadie puede culparlo porque al final, él sólo es un espectador disfrutando de su show. Le gusta retarse...