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La cena fue un éxito

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La cena fue un éxito.

(En palabras de mi padre).

Por mi parte, nunca desee tanto que el tiempo pasara más rápido, ni sentirme tan vulnerable y avergonzada. Detestaba dar una imagen lamentable de mí, prefería los susurros diciendo que soy una mujer fría a que me sientan lástima. El que Karlo mirara la sangre en mis manos me hizo sentir imperfecta. No me gustó la sensación de cometer un error, de verme débil ante alguien como él. Esto no hubiera pasado si esas horribles pesadillas no siguieran atormentándome durante las noches.

Las pesadillas de mi pasado, de Román y de su cuerpo sin vida.

Siempre son sobre él y yo aferrándome a su camiseta para no abandonarlo. Aún después de tres años, el dolor ha persistido y su recuerdo me ha sellado. He tratado de avanzar, conocer personas... Pero simplemente no puedo.

Sacudí mi cabeza parar apartar esos sentimientos y recuerdos. Debía concentrarme en el ahora, en mis problemas. Lavé mi cara, retoqué mi peinado y al ponerme los guantes recordé la "vendas" improvisadas que Karlo hizo para mí. Fue un gesto atento... Interesante de su parte. Realmente no esperaba que hiciera tal cosa, creí que era alguien más superficial y egoísta. Creo que debí de agradecerle por eso, aunque eso no quiere decir que no siga molesta. Realmente me sentí burlada.

Ignorando ya esos pensamientos, arreglé mis guantes y acomodé mi peinado. Tomé mi sombrilla y salí de la habitación. Había quedado de tomar el té con Agatha. El carruaje me estaba esperando.

Theodora se ofreció acompañarme, pero la rechacé

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Theodora se ofreció acompañarme, pero la rechacé. Quería un momento a solas para hablar libremente y con Agatha era el lugar indicado. Fue la primera amiga que hice cuando llegué aquí, confío en ella pero hay aún cosas que no puedo compartir. Digamos que de eso depende mi reputación. Y mi vida.

Su casa no estaba tan lejos de la mía, no hice más de diez minutos cuando el cochero se detuvo. Me bajé y toqué la puerta.

Su casa era tan grande como la nuestra. Había tres ventanales en cada uno de los dos pisos, tenía un hermoso jardín, la puerta estaba hecha de madera en un acabado elegante con espirales y flores. Me gustaba que al aire tuvieran una mesita y sillas, ahí solemos hablar.

Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora