Karlo y yo nos quedamos hablando durante el baile en ese solitario pasillo. Como no podía irme sin que Vicente o mi padre me acompañaran, él decidió hacerme compañía. Aún estaba agradecida por ese gesto, pero no podía dejar que sus atenciones nublaran mi juicio.
Sentí que ayer por primera vez estaba conociendo al verdadero Karlo. Y me agradó. Era alguien bastante cálido que prestaba mucho atención a los detalles aunque no lo pareciera debido a su arrogante y burlona actitud. He de admitir que después de hablar con él, me sentí mejor, como si no importara cómo actuara porque él podría ver a través de mí. Entendió por lo que estaba pasando sin que me escuchara decirlo. Sin embargo, tenía tantas cosas en qué pensar que cancelar mi compromiso era una carga menos.
Extrañamente esperaba que Karlo se negara a aceptar mi decisión. ¿A caso tenía sentimientos hacia él? No quería imaginar lo que pasaría si fuera así. Yo no me veía a lado de alguien como él, ¿y entonces porque ser unos desconocidos me hacía añorarlo? Se supone que esto era lo que quería, ¿por qué no me siento tan bien? Sé que mis sentimientos por Román no han desaparecido, y sin embargo, también sé que estos sentimientos hacia Karlo no son normales.
Suspiré. Creo que sigo demasiado abrumada.
Eran como las 6:00 de la mañana y no había podido conciliar el sueño durante toda la noche. Vi el abrigo de Karlo tendido en la silla. Sonreí. Incluso ni en el último momento dejó de ayudarme. Lo lavaría y pediría que alguien por la mañana lo envié a la casa de los Ravel.
Toque mi costado: estaba seco.
Qué alivio.
Aquel vestido rosa que tanto me gustaba no tuve más remedio que tirarlo. Una mancha de sangre así no es fácil quitar, además estaría en graves problemas si mi padre lo supiera.
—¿Ya puedo llevarme esto? —Preguntó Theodora señalando la bandeja. Asentí.
—Ha estado muy sabroso, gracias.
—¡Victoria! ¿Dónde estás?
Me sobresalté al escuchar la voz de mi padre gritando, estaba furioso.
ESTÁS LEYENDO
Tríada oscura #1: El juego de Karlo Ravel
Mystery / ThrillerKarlo Ravel manipula a las chicas; las hace jugar su juego hasta que terminan muertas o enloquecidas, son sus piezas de ajedrez, como dice él. Y nadie puede culparlo porque al final, él sólo es un espectador disfrutando de su show. Le gusta retarse...