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Habían pasado tres días desde que dejé de ver y hablar con Victoria. Aunque me siento ansioso y frustrado no debo dejarme llevar. Es la primera vez que se me hace tan difícil seguir mis planes, hay momentos en que sólo quiero salir, esconderme y ver a Victoria de lejos con esa cálida sonrisa en su rostro y sus ojos azules e indomables como el mar. Me pregunto qué habrá pasado con el Conde Paul, ¿habrá tenido problemas con Victoria? Esperaba que no. Yo mismo me encargué de escribir la carta y dejar todo en claro para que ella no tuviera problemas, mi padre sólo la firmó y selló.

¿Por qué debo preocuparme por eso? Los problemas que mis piezas tengan con su familia no es mi problema.

Esos tres días son los que llevo aquí encerrado en la biblioteca planeando todos los eventos próximos con Victoria. Por ella tuve cambiar mi forma de jugar inventando nuevas reglas que harán más lento el proceso pero que aseguran que al final la tendré para mi.

Primero, después de unos días sin siquiera mirarnos se preguntará por mí. Y es ahí dónde de vez en cuando apareceré ante ella como "encuentros casuales", ella me verá pero yo la ignoraré o fingiré que no me he dado cuenta que está ahí. De ese modo pensará que soy un hombre de palabra, le dolerá mi frialdad, querrá acercarse a mí para disculparse, pensará que estoy dolido. Entonces se dará cuenta que me extraña, comenzará a arrepentirse de su decisión pero su orgullo no le permitirá dirigirme la palabra; así que nuevamente me tocará ser su héroe salvándola de su propia arrogancia, provocaré encuentros donde nos veamos obligados a intercambiar miradas, a hablar y por último a tener contacto físico. Ah, pero claro, no sólo seré yo.

Un juego no es divertido si juegas solo, necesitas un rival. Si Victoria lo que quiere es encontrar a un hombre, entonces eso le daré. Sé muy bien cómo hacer que los hombres vayan hacia una dama. La mayoría son como lobos a los que sólo tienes que chiflar e indicar dónde está el pedazo de carne, y ellos irán tras él.

Todavía tengo que refinar algunos detalles si quiero que esto salga perfecto. Estoy emocionado por estas nuevas reglas, es como tener un nuevo tablero de ajedrez, pero debo tener paciencia. Esto tomará más tiempo de lo que alguna vez le he dedicado a una doncella.

Mientras seguía escribiendo algunas cosas, Nikolas irrumpió violentamente. Parecía realmente molesto, lo cual no es habitual. Siempre era tan sereno controlando sus emociones.

Aunque su vestimenta estaba impecable, sus rubios cabellos sueltos me indicaban que había salido con prisa. Dejé lo que estaba haciendo y le sonreí. Ya sabía a que se debía su visita.

—Supongo que hablaste con nuestro padre —dije tranquilamente cruzándome de brazos. Nikolas se acercó al escritorio y golpeó fuertemente la mesa. Antes que dijera algo, me adelanté—. Este no eres tú, ¿dónde está tu calma, hermanito? Relájate.

—¿De verdad convenciste a nuestro padre de terminar tu compromiso?

—Lo que realmente quieres saber es si iré tras la princesa, ¿no? —silencio. Suspiré— No me interesa involucrarme con la realeza, Nikolas. Soy consciente que esa es tu ambición. Podría arrebatártela si quisiera, pero tengo cosas más importantes qué hacer, así que puedas divertirte tranquilamente con ella.

Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora