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Corría una cálida brisa, el cielo estaba despejado y el ambiente en el Trafalgar Square era tranquilo

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Corría una cálida brisa, el cielo estaba despejado y el ambiente en el Trafalgar Square era tranquilo. A inicios de semana la plaza era poco concurrida. Venía aquí de vez en cuando a jugar a ajedrez con un par de desconocidos, pero esta vez no estaba aquí por eso. Nikolas me había pedido que viniera a jugar un partido con él, lo cuál no era usual. Aunque fuese mi hermano, no confiaba mucho en él, cada acción suya era tan meticulosa que no levantaba sospechas de su verdadero propósito. Quizás la única razón por la que me pediría venir aquí es porque quería mostrarme algo.

—¿Esperaste mucho, hermanito?

Nikolas apareció saludándome con unas palmadas en la espalda. Se sentó frente a mí. Él era las blancas, avanzó dos casillas con el peón del rey.

—Lo suficiente para pensar el porqué querías jugar, ¿quizás porqué extrañabas pasar tiempo conmigo? Hace mucho que no nos divertimos juntos —Avancé una casilla con el peón negro de la reina. Nikolas soltó una carcajada—. Quieres mostrarme algo, ¿no? Y ese "algo" me afectará y tu estarás esperando por mi reacción. Y conociéndote, no es una reacción pasajera, sino una reacción que probablemente afectará mi juego con Victoria.

Nikolas movió su cabello del lado del rey. Moví el peón de mi rey dos casillas.

—Hay un hombre al que le interesa la señorita Victoria —dijo moviendo el alfil.

—Victoria le interesa a muchos hombres, Nikolas. No me preocupa. Los he investigado y los conozco bien, ninguno es competencia para mí.

—Ah, no. Este es distinto. Si fuera tan trivial, ¿te llamaría para jugar y hablar de él? Es un pintor e invitado especial de Su Majestad —mueve el caballo del rey, él avanza dos casillas con su peón de la reina que le termino quitando. Se queda taciturno antes de mirarme burlonamente—. Cuando estuvimos en el palacio, vi la mirada entre él y ella. Había tensión y en definitiva un interés romántico recíproco.

—¿Es otro de tus juegos? —respondí sin tomarle importancia. Nikolas quita mi peón con su caballo y yo muevo el mío para comer su peón— ¿Quieres provocarme celos? Es muy infantil.

—Sabía que no me creerías al decírtelo, por eso te presento dos pruebas: la primera, ¿alguna vez me he equivocado en estas cosas? ¿Recuerdas esos juegos en los que predecíamos quiénes serían parejas? Yo siempre ganaba; y la segunda, ¿crees que no me divertiría al ver tu reacción cuando te des cuenta que no miento?

—¿Qué harás? ¿Invitar a Victoria para que juegue con nosotros y delante de mi preguntarle al respecto? Es poco cortés viniendo de ti.

—He de admitir que desconozco tus planes con la señorita Victoria, pero no me atrevería a hacerle pasar un mal momento frente a ti. Además —mueve su reina amenazando mi caballo—, ¿no deberías ser ya consciente en cómo ejecuto mis planes? Al igual que a ti, también disfruto ver de lejos los conflictos que ocasiono. Siempre piensan que son meras casualidades. ¿Ves el hombre atrás de mí? —Miré por encima de su hombro. Iba vestido con pantalones y camisa oscura. No se encontraba arreglado y estaba pintando con ambas manos— Él es el pintor y pronto verás que tiene el poder de arrebatarte a la señorita Victoria. Para que seas consciente de que soy un buen hermano te evitaré el problema de saber su nombre: Antonio Sevilla, ¿y sabes qué más? Es español.

Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora