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Pobre Victoria que apenas y pudo esconder cuán traicionada se sentía al verme con lady Elizabeth.

La señorita Elizabeth era una dama... Insoportable. Simple, predecible y aburrida para mi gusto. Detestaba escucharla reír, me molestaba que tomara de mi brazo y esa mirada suya tan coqueta, me desagradaba y me incitaba a querer arrancarle los ojos.

Pero bien, este sacrificio era pequeño comparado con lo que obtendría después.

Físicamente era bonita con ese cabello rizado chocolatoso y sus ojos marrones con largas pestañas. Lo único que me gustaba de ella era su ausencia y su silencio. Ya tenía semanas "cortejándola" para que los rumores se expandieran, y afortunadamente funcionó. Los Johnson son tan fáciles de leer que en poco tiempo los he hecho mis marionetas. Lady Elizabeth como mi nueva conquista, con quien me río y luzco como si me la pasara bien; y lord Frederick, con el que finjo una amistad aconsejándolo para "conquistar" a Victoria. Mientras ella me ayuda a provocarle un poco de celos y la obliga a reconocer sus emociones, él la enfadará y cansará a tal punto donde tenga que reconocer que su única salida soy yo.

Victoria.

¡Esa mujer!

Tuve que hacer un terrible esfuerzo para ignorarla. Aquel día, en el parque, sentí la ira en cuento vi a ese pintor hablándole. ¿Quién era él y porqué Victoria parecía tan familiarizada? ¿Nikolas tendría razón? ¿Acaso su relación era antigua y no se trataba de una mera amistad? Me preocupaba, he de admitir. Temía que si cometía algún error, Victoria nunca se alejaría de ese hombre. Debía acercarme a él, conocerlo. Saber cuáles son sus debilidades, quién es y lo que busca. Sólo así sabré cómo deshacerme de él con una razón justificable.

—Mi señor, ha llegado la correspondencia.

Francis, el sirviente, me tendió algunos sobres y se retiró. Era un hombre bastante mayor pero era el único que sabía cómo tratar con Nikolas. De no ser por eso, lo habría echado hace tiempo.

La mayoría de los sobres eran sobre pagos, negocios, anuncios y un par de invitaciones de familias que no me interesaban, excepto una: los Wembley. Era una invitación de una fiesta en la casa de campo de los Wembley en celebración a Lord Wembley... Pero qué oportunidad tan conveniente.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Nikolas entrando a la sala. Le mostré la invitación. Le dio una rápida leída y asintió, dándole un sorbo a su copa de vino— Esto será interesante. Pido estar en primera fila: tu, la señorita Victoria, los Johnson y otros invitados que, de seguro, harán que la cena sea bastante entretenida.

Lancé una mirada de sospecha. Si bien el futuro escenario brindaba oportunidades para que esto fuera "entretenido", esperaba que Nikolas no se entrometiera. No había previsto que esto pudiera presentarse, y es mejor de lo que esperaba.

—Tal vez tengas razón, pero te recuerdo que si quieres "divertirte" no te entrometas entre Victoria, los Johnson y yo. Fuera de ahí, haz lo que quieras.

Tríada oscura #1: El juego de Karlo RavelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora