7. Amiga nueva

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ODETTE

- No creo que éste sea mucho mi estilo, ¿sabes? - Grité desde el interior del probador mientras miraba mi ridícula figura en el espejo completo frente a mí.

- Si no me dejas verte, no puedo opinar. - Gritó mi "nueva amiga" al otro lado de la cortina.

- Es que esta ropa es muy pequeña y ajustada...

- Sólo dejame verte. - Suplicó con chillona voz. Solté un largo suspiro y luego abrí la cortina café que nos separaba. Juliett me miró con azules ojos, abiertos como platos y una bonita sonrisa. - ¡Te ves divina! - Exclamó.

- Yo... no me siento cómoda con esto. - Giré de nuevo para volver a verme en el espejo. Me sentía absolutamente ridícula con una blusa negra de pequeñas flores rosas que no lograba cubrir todo mi vientre y un overall de short ajustado. - ¿No puedo escoger otra cosa? Se me ve todo. - Dije intentando jalar la corta tela de la blusa hacia abajo, intentando cubrir la parte de mis caderas que se mostraba.

- Pero se te ve muy lindo, a demás - quitó mis manos para que estás dejarán de tirar de la blusa. - esa es la intención de esa ropa, es decir, yo me la pongo todo el tiempo.

Me tomé unos minutos para mirarla a ella a través del espejo. Fuera de que ella era una chica bonita, de ojos azules, labios delgados, nariz respingada y cabello oscuro; ese era su estilo: ropa de marca que demostraban a alguien segura de su perfecto cuerpo. No es que yo fuera insegura del mío ni mucho menos, pero no era mucha la costumbre de mi familia el ir por la calle como si viviéramos en algún lugar caluroso como Brasil. Claro que sin contar a Scarlett.

- Juliett, sé que tú usas mucho este tipo de prendas pero a mí... bueno, no se me ven muy bien que digamos. - Me encogí de hombros. Vaya que era un poco terca esta chica.

- Pero te ves genial, tal vez con un estilo de peinado distinto... - Ella tiró un poco de mi colita de caballo. - Ya veremos.

- Pero...

- No se diga más, te lo vas a llevar. - Dijo ella aplaudiendo como una niña chiquita. - Eso y todo lo que te probaste.

No me dio tiempo de renegar nada, cuando Juliett cerró de nuevo la cortina del probador para luego escucharla decir entusiasmada a una empleada que nos llevaríamos todo. Me quité rápidamente el overall y el trocito de tela que se atrevía a llamarse "blusa", para volver a usar mi cómodo pantalón de mezclilla y mi blusa de botones color crema. Al salir del vestidor, una de las chicas que nos atendía se ofreció a llevarse el resto de las prendas que traía entre mis manos. Caminé entre los pasillos de ropa hasta llegar a la caja registradora donde estaba Juliett. Al parecer hablaba por teléfono.

- ... En cuanto llegaron mamá y la tía Edna, les empezó a reclamar que es por su culpa que eres así... - Escuché cuando llegué junto a ella. - Sí, ya sabes que aún no te lo perdona... - Ella rió. Y en ese momento, algo en su forma de reír se me hizo muy familiar. - Bien... ¿Mañana a que hora?... ¿Lo prometes?... De acuerdo... ¡Cállate idiota! Adiós. - Colgó. - Disculpa, era mi hermano y el es básicamente un tonto.

- Está bien. - Respondí encogiéndome de hombros.

- Serían trescientos veinte dólares en total, señorita. - La cajera del lugar nos interrumpió con su fina voz.

Al escuchar esa cifra, el corazón por poco se me sale del pecho por la impresión.

- Juliett, eso es mucho dinero... yo no traigo tanto. - Hablé nerviosamente, y juro que por unos momentos, la señorita detrás del mostrador se rió de mí.

- Odette, eres mi nueva amiga, déjame hacerte éste pequeño regalo. - Me miró con ternura. - Para mí el dinero no es problema.

- Pero no puedo aceptar algo tan costoso...

Amarte a MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora