Nunca he disfrutado aquella sensación de flotar a la deriva...
Pero el hecho de hacerlo literalmente luego de haber escapado de toda una banda de policías, bueno parecía no ser tan malo. Sientes como todo tu cuerpo se relaja debido a la falta de oxígeno, estás muriendo obviamente pero tal vez morir no te resulta tan malo una vez lo estás viviendo.
Incluso puedes disfrutar del color azul de las aguas mientras ellas te arrastran con la corriente, puedes ver las pequeñas líneas de burbujas, que se tornan de bonitos colores cuando tienen contacto con los rayos finos de luz, que brevemente consigue colarse entre el agua turbia del mar.
Sientes que podrías mirar esas burbujas por varías horas, bueno sería así de no ser porque tu cerebro recordó que estás muriendo... lo relajado que estaba tu cuerpo es algo que comienza a cambiar, todos tus músculos se tensan rápidamente, sientes una presión en el pecho que empeora todo gravemente; de pronto tus ojos se cierran y ahí estas...
Flotando a la deriva nuevamente pero está vez sin vida... aparentemente.
O eso es lo que creías, porque al final estás ante un sitio totalmente blanco, con una luz tan cegadora pero en lugar de resultarte molesta es capaz de darte cierta seguridad, cómo cuando estás en los brazos de un ser amado... podría ser tu mamá, un hermano o hermana, tal vez un amante. Lo que tú prefieras
Yo, estaba disfrutando de aquel calor de hogar, creyendo que por fin me reuniría con mis seres queridos pero no fue así, Matamoros me encontró y saco de las profundidades del frío mar; desperté y lo primero que vieron mis ojos fueron sus grandes poros de la cara, aunque al principio no estaba muy feliz por ello ahora se lo agradezco infinitamente, exceptuando el tema de la prisión claro pero eso no fue del todo su culpa.
Ninguno sabía con exactitud qué pasaría luego, aún así no se desesperen.
No me dejo pisotear, podre estar en prisión pero no por mucho tiempo. Eso se los puedo asegurar
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Barrotes De Acero
RandomOh barrotes! Fríos, tan fríos cómo tus manos cuando soltaron las mías. Delgados cómo tus lindos labios. Pero fuertes cómo la espada que clavaste en mi costado, el día que me traicionaste.