Tregua.

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Fue una semana bastante fuerte para todos, aquel equipo de investigación no tenía nada en concreto pero un informante había dicho que Altagracia se escondía en Río, así que lo fueron a comprobar pero no tenían más que eso gracias a que ella y Mata...

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Fue una semana bastante fuerte para todos, aquel equipo de investigación no tenía nada en concreto pero un informante había dicho que Altagracia se escondía en Río, así que lo fueron a comprobar pero no tenían más que eso gracias a que ella y Matamoros siempre fueron muy cuidadosos, esa misma mañana Altagracia se dispuso a preparar un álbum de fotos. En caso de que todo saliera mal tendrían que entregárselo a la bebé cuando fuera grande, colocó varías fotos del embarazo que tomaron en Europa, dejo pequeñas anotaciones a un lado de ellas para que tuviera algo del contexto.

Fue en busca de su antiguo celular tenía allí algunas cosas importantes que debía imprimir y colocar en el álbum, sólo que no esperaba encontrarse con las fotos que alguna vez se tomó con José Luís, se quedó un rato viéndolas hasta que decidió que también debía imprimirlas, él era parte de todo esto y si planeaba dejarle toda la verdad a su hija o hijo pues no podría omitir esta parte, cuando terminó fue en busca del bolso para el hospital, aunque en realidad lo hizo por si debía salir corriendo en cualquier momento, colocó dentro el álbum, no era más grande que un libro así que no ocuparía tanto espacio, tomó el suyo y descendió las escaleras.






– ¿Qué haces? — le da un sorbo a su café

– Dejaré esto en mi camioneta, en caso de que nos toque salir corriendo a la cabaña

– Sabes que eso no pasará ¿verdad?

– Lo sé pero tampoco puedo dejar todos mis huevos en una sola canasta ¿no? Es sólo por si acaso

– De acuerdo ¿Y qué más vas a poner en la maleta?

– Nada, bajo el forro de la cajuela tengo ese bolso con dinero, no necesito más

– ¿Desde cuando está eso ahí?

– Desde que nos establecimos aquí, lo deje por si un día tú y Magda necesitaban efectivo para escapar

– Es bueno saberlo, deja que te ayude con eso, debe estar pesado

– No es pesado pero está bien — le entrega ambos bolsos

– Ve a sentarte que hace unos días sentiste las contracciones falsas... y creo que tu celular está sonando arriba

– Pero si...






Se queda pensando por unos segundos hasta que recuerda que encendió el antiguo celular, subió tan rápido como pudo y cuando llegó arriba noto tres llamadas perdidas, cuando la llamada entró de nuevo encendió el aparato que desviaba su ubicación, cada llamada que recibía se encargaba de encenderlo sólo por si la policía tenía intervenidos aquellos números.






– ¿Hola?

– Necesito verte...

– ¡Luís! — va a cerrar la puerta — ¿Qué estás loco? ¿Cómo me llamas a este número?

Barrotes De AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora