Una semana después.
– Lucho voy a necesitar que le lleves esos documentos a Tania y le vas a decir que cancele la junta de mañana — saca a Aliyah de la carriola — Ya mi amor...
– ¿Pero esa junta no era muy importante?
– Sólo haz lo que te pedí por favor, las juntas se pueden programar nuevamente, mañana debo ir a supervisar la obra, luego al pediatra... la prioridad está en otra parte claramente
– Creí que nada más le pedirías a Magda que lleve a Aliyah, no veo porque cancelar la junta
– Podría hacer eso pero sé que va a tocarle un pinchazo y lo mejor es que me quede con ella
– Bien, le diré a Tania que la cancelé... ¿Mi papá también irá?
– Supongo que si ¿Por qué?
– Bueno él no es de las personas que cancelan juntas por temas familiares, iré a la constructora ¿Necesita algo más?
– No, puedes irte a casa luego de que termines
– Bien, será hasta mañana entonces
En lo que Lucho se encaminaba a la salida con los documentos, la puerta de entrada se abrió para dejar pasar a José Luís, quien cuando dio de cara con su hijo por poco tiene otro susto de infarto, enseguida comenzó a cuestionarle porque estaba allí y sosteniendo un sobre con el logo de la constructora de Altagracia.
– Porque trabaja para mí, ahora por favor quítate de la entrada para que pueda hacer lo que le ordené
– ¿Desde cuando trabaja para ti?
– Una semana y unos días más o menos, ve Lucho, yo me encargo de él.
– Con permiso — pasa a un lado de su padre
– ¿Con que derecho contratas a mi hijo?
– Eleonora me pidió que lo haga, dijo que tú no quieres a Lucho en la constructora y ya que él está estudiando para algún día trabajar a tu lado o tomar tu lugar, pues acepte instruirlo
– Le das el trabajo de un secretario
– ¿Esperabas que le diera un super puesto? No tiene la experiencia, debe empezar desde abajo si quiere entender como funciona todo
– Venía aquí con la intensión de hacer las paces contigo ¿Y esto es lo que me encuentro? ¿Qué carajos te pasa?
– Si tanto te molesta que trabaje para mí pues llevatelo a tu empresa, le estaba haciendo un favor a Eleonora
– ¿Y desde cuando le debes tú favores a ella?
– Desde que tenemos un acuerdo ¿O ya se te olvidó?
ESTÁS LEYENDO
Barrotes De Acero
RandomOh barrotes! Fríos, tan fríos cómo tus manos cuando soltaron las mías. Delgados cómo tus lindos labios. Pero fuertes cómo la espada que clavaste en mi costado, el día que me traicionaste.