Recuento De Los Daños.

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– Helena — murmure mientras trataba de seguir durmiendo — Como sigas jugando con la parrilla de la litera de mi cama, juro que bajo y te doy un golpe tan fuerte que se te va a reiniciar la vida

– Perdón, es que no puedo dormir

– Juega con tu lengua o chupate el cabello pero déjame dormir

– ¡Pero Altagracia es pleno día! ¿Cómo puedes estar aquí tirada envés de salir al patio para disfrutar el sol?

– Ayer pase horas sin poder dormir, estoy cansada

– Es que estabas repasando y repasando tu plan — se trepa a mi cama — ¿Crees que saldrás pronto?

– Necesito conseguir un par de cosas, en algún momento tendré que usar mis contactos aquí y debo tener con que amenazarlos, sino no hay plan que sirva — abrace mi almohada — ¿Quieres quitarte? ¿¡Qué son estas confiancitas Helena!?

– Yo sé que te encanta cuando subo a tu cama — prensa una sonrisa

– Sé que estás sonriendo, siguele que te la borro de un golpe

– ¡Amo cuando te pones agresiva! — exclama antes de acostarse y abrazarla — ¡Así toda brava me enloqueces! — planta un beso sobre su hombro

– ¿Cállate quieres? Necesito tener la mente fresca para pensar en el siguiente paso.

– Puedes pensar todo lo que quieras, estaré aquí calladita, abrazada a ti

– Un día vas acabar con mi paciencia Helena, estate preparada cuando suceda

– Aunque sueltes todas las amenazas que se te ocurran, sabes que me quieres mucho, soy tu loquita — exhala aún manteniendo la sonrisa — Tu perrita fiel, en la única que puedes confiar

– Uhm, tal vez tengas razón... si eres una perra

– ¡Ay pero que mala! Oye corazón, ¿cómo vas a huir en tu estado? 

– Todo a su tiempo Helena, lo primero sería conseguir la ayuda de ciertos celadores, comprar al médico... para que me trasladen y luego viene lo difícil

– Me excitas cuando hablas del plan — acaricia su pierna

– A ti te excita cualquier cosa

– No, sólo lo haces tú...

– Ve a que te dé el sol — moví su mano antes de que llegará a mi entrepierna — Tal vez así la cordura te llegue por unos instantes

– Saldré pero sólo para que me extrañes — planta un beso sobre su mejilla

– Compartimos celda — suspire — Estarás aquí en menos de media hora, para que te extrañe debería de pasar por lo menos unos años

– ¡Nada más necesitas minutos! ¡Porque no tendrás quien te haga preguntas y levante tu ego!

– Ya vete, vas a quedarte sin tiempo para estar en el patio






Al encontrarme sola una vez más me permití recordar el momento exacto en el que fui a emboscarlo, estaba en un palco privado viendo a unas bailarinas mover el culo y las tetas, fue demasiado fácil dar con él. Sólo tenía que prestar atención al mexicano que tirará mucho dinero en los primero minutos de la noche y ese obviamente iba a ser él.

Me vestí igual que las bailarinas y lo lleve hasta una habitación, el idiota creía que conseguiría algo más, aunque técnicamente lo hizo, sólo que fue un balazo y no sexo como esperaba, al menos yo si lo disfrute. Después de ese pequeño intercambio "civilizado" él comenzó a buscarme obviamente, intento hundir mi negocio a toda costa pero cuando no lo logró se enojó más.

Barrotes De AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora