Limón.

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La vida en la prisión no es la ideal ciertamente pero cuando logras tener una posición como la que conseguí, aprendes hacer del lugar tu propio parque de diversiones, si los horarios para casi todo son cansinos pero para safarte de ellos tienes qu...

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La vida en la prisión no es la ideal ciertamente pero cuando logras tener una posición como la que conseguí, aprendes hacer del lugar tu propio parque de diversiones, si los horarios para casi todo son cansinos pero para safarte de ellos tienes que soltar algo que todos anhelamos desde pequeños.

Dinero, mucho dinero, la que lo posee es incluso muchísimo más importante que la persona responsable de dirigir la prisión; a quien por cierto tengo entre mis manos. No fue una tarea sencilla, pero cuando tienes cierto "don" para encontrar la mierda que la gente esconde, el trabajo es menos pesado.

Llevo encerrada como un animal casi todo un año, el primer día me metieron la mano hasta lo más profundo, les dejo libertad de imaginación ante esta parte. Estaban buscando drogas o alguna navaja, estar desnuda no me desagrado, digamos que soy de las personas que piensan, que vivir desnuda sería la mejor cosa que podría pasar; pero definitivamente que una celadora te urgue en los orificios del cuerpo, fíjate que no.

Te quitan todo obviamente y luego recibes ropa interior que pertenece a la prisión junto con el uniforme y un par de tenis, lo siguiente que te entregan es un pequeña canasta con cosas básicas para el aseo personal, una toalla y las sábanas para tu cama. El proceso de selección de compañeras depende de tus crímenes, no van a colocar a una asesina con muchachitas que roban.

Bueno aunque mi grupo de compañeras es bien diverso, tenemos a una proxeneta que hacía tráfico. Una mujer que distribuía drogas por gran parte de México, una loca que decidió dejar en ceros a la empresa de su padre y luego estaba yo, una ladrona, falsificadora y por supuesto asesina a sangre fría con una gran mente maestra para someter a quien se me diera la gana. Por supuesto que los cargos por asesinato no estaban incluidos a mi condena.





– ¿En qué estás pensando? Uhm — invade su cama — ¿Reina del caos?

– ¿Te dí el permiso para subir a mi cama? 

– Soy tu perra leal y servicial — esboza una sonrisa antes de acostarse a su lado — Podrás perdonarme la vida, ahora cuéntame... ¿qué te tiene sonriendo tanto a esta hora de la noche?

– Me vino a la mente un recuerdo

– Uno lindo al parecer y ¿tiene nombre?

– José Luís Navarrete, recordé la noche en que le metí un balazo en el brazo, ahora que lo pienso debí atravesarle el pecho — ríe vagamente — Nunca olvidaré la expresión de dolor, combinada con el miedo que puso, juraría que ensucio sus pantalones cuando supo que era yo

– Es el mismo idiota que te puso aquí ¿no?

– Así es, bueno uno de ellos.

– Pero ustedes dos... — se pone de lado para apreciar con más detalle su perfil — Tuvieron una historia también ¿el amor se dio gracias al disparo no?

– Helena, deja de ser estúpida, el amor no existe — muerde su labio al negar lentamente con la cabeza — Entre nosotros habían deudas pendientes, el que me jode tiene que pagar, no voy a negar que pasamos a la cama después... ¿pero amor? No

Barrotes De AceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora